XXII

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Ascaroth miraba a Stolas dormir mientras negaba con la cabeza, llevaba ya semanas así. Solo dormía y comía, además de que su habitación era un desastre.

- Príncipe Stolas, despierte.

Lo miró quejarse y solo cambiar de posición. Suspiró y comenzó a acariciar sus plumas, solo pasaron unos segundos antes de que el príncipe despertase.

- ¿Qué? ¿Dónde?

- Yo, su habitación.

Lo miró reír un poco antes de incorporarse de forma perezosa.

- Atrevido.

- Alteza, debe darse un baño. Lo esperaré fuera.

- ¿Qué hizo mi pequeña esta vez?

- Nada, sólo necesita conversar un poco.

- ¿Ahora no me dejarás dormir?

- No.

Stolas suspiró antes de asentir con la cabeza mientras tallaba sus ojos.

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- No tenías que hacer nada de esto.

El príncipe miraba toda la comida frente a él, el jarrón de rosas en la mesa y la naturaleza que los rodeaba. Estaban a la sombra de un gran árbol.

- ¿Cómo iba a sentirse mejor si no lo hacía?

Ascaroth sonrió con sutileza al mirarlo desayunar mientras aún observaba todo.

- ¿Sabe bien?

- Sí, ¿lo hiciste tú?

- Por supuesto. Le hace falta, ha bebido demasiado en las últimas semanas.

- Creo que me estoy haciendo alcohólico.

- No lo lleve por ahí tampoco, no exagere.

Stolas soltó una corta risa antes de asentir y continuar el resto del desayuno en silencio. Al finalizar, miró todos los platos frente a él, había comido más de lo habitual.

- ¿Quién limpiará todo esto?

- ¿Un príncipe preocupándose por algo como eso? Qué humilde resultó.

- No, no. Me refería, ¿lo harás tú?

- No soy el único sirviente en este lugar. Claro que no lo haré yo.

El imp sacó una botella de ron de su gabardina y sonrió mientras la agitaba sutilmente.

- Ahora, ¿bebemos?

- Eso es inapropiado.

- ¿Eso importa?

-Cierto.

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La noche había llegado, más bien la madrugada. El príncipe se encontraba sentado en un sofá justo en la terraza del palacio, con el imp sentado en una mesa a su lado.

- Le pedí el divorcio a Stella.

Ascaroth miró a un ebrio Stolas, quien arrastraba las palabras y parecía que apenas y podía mantenerse consciente.

- Ya se había tardado.

El príncipe asintió mientras reía un poco y comenzaba a palmear el espacio libre junto a él, en una señal que el imp entendió al instante puesto que se bajó de la mesa y tomó asiento donde el príncipe señalaba.

El Goetia recargó su cabeza en el hombro del imp, mientras suspiraba.

- Solo me queda Octavia, mi dulce y pequeña niña.

- ¿Yo no existo o qué?

- Tarde o temprano terminarás yéndote.

- A veces parece que usted quiere justo eso.

- ¿Por qué? Si realmente me agradas.

- Pídamelo.

- ¿Qué cosa?

- Que no me vaya, solo así podré quedarme.

Stolas soltó una risa antes de mirar de reojo al imp, quien estaba extrañamente serio.

- Ascaroth, no te vayas. No puedes dejarme solo tú tampoco.

- Cómo mi príncipe desee.

- Y vuelves con eso.

- Por supuesto.

El búho tomó la mano de Ascaroth y comenzó a juguetear con sus dedos, quería tocar su piel directamente y no ese guante.

- Lo que pasó con Blitzy...

El imp miró de reojo al más alto, si bien no sentía nada con esa mano artificial estaba seguro de que sus manos estaban frías.

- ¿Quiere hablar de ello?

- No lo sé, ¿estarías bien con ello?

- Sí, no pasa nada.

El silencio se hizo presente, solo se escuchaban las respiraciones de los presentes. Ascaroth creyó que Stolas se había quedado dormido, hasta que pudo sentir humedad en su ropa y escuchó nuevamente la voz del más alto.

- ¿Soy tan malo?

- No creo que sea tan malo, un poco torpe quizá.

- Es solo, ya sabes... mi esposa me odia a pesar de que intenté todo para que nos llevásemos bien, y Blitzy, oh mi Blitzy. ¿Cómo es que nunca se dio cuenta de que estoy enamorado? Creo que lo siento desde que era un niño.

- Usted... no me parece que sea el problema.

El imp miró al más alto, sus hombros temblaban y su ropa se humedecía cada vez más.

- Supongo que solo es un poco... malo para expresar una emoción que no ha sentido nunca. Y la señora Stella solo tiene una actitud horrenda, es todo.

- Ojalá fuese tan sencillo.

Stolas miró como la mano contraria del imp se deslizaba hasta terminar tomándolo de una mejilla con suavidad. Áspero, eso es todo lo que pudo pensar, la palma de su mano era áspera. 

- Stolas, mírame.

Ascaroth miró directo a los ojos al príncipe en cuanto este levantó el rostro para verlo, terminó por girarse y tomar su rostro con ambas manos de forma cómoda.

- No eres un problema, y sí es así de sencillo. Lo complicas porque te sientes solo.

El imp limpiaba gentilmente las lágrimas del Goetia, mientras este último se limitaba a mirarlo en silencio.

- Ya no estás solo, tienes a tu hija y me tienes a mí. No importa si todo el infierno se derrumba, estaré con ustedes, y si alguien se atreve a llamarte un problema que venga y me lo diga para que conozca un verdadero problema.

Ascaroth suspiró al mirar como el príncipe reía mientras sus lágrimas disminuían.

- ¿Quién te dio permiso de tutearme?

- Oh vaya, estamos de vuelta.

- Gracias, Ascaroth.

- La terapia se paga con cuerpo.

- Me temo que no quiero más terapia entonces.

Ambos rieron un poco, y sin darse cuenta Stolas terminó abrazando al imp mientras miraba todo el paisaje que podía ofrecer esa terraza.

- ¿Te han dicho que eres muy cálido, Ascaroth?

- Bueno, usted acaba de decírmelo.

- Uhm... sí, supongo.

Ascaroth guardó silencio un momento, no le hizo falta mirar para saber que el príncipe se había dormido prácticamente en segundos. En serio, ¿quién demonios dormía tan rápido?




¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Where stories live. Discover now