XXVI

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Honestamente, yo... no tengo razón para vivir. Es decir, ¿para qué? ¿por qué debería continuar en esta miserable existencia? Podré ser adinerado y tener a los camaradas que quedaron, pero ya no tiene sentido. 

Incluso si tuve dos maravillosas razones para seguir aquí, ya no están. El dinero ya no me sirve, todo es monótono y aburrido; Todo es lo mismo, siquiera puedo dormir tranquilo ya que todos los estragos y malditos recuerdos vienen a mí una y otra y otra maldita vez.

¿Venganza? No, eso no tiene sentido para mí, haga lo que haga simplemente no volverán y nada va a cambiar, es completamente inútil, incluso si me dedico a ello... ¿después qué? ¿Qué haré una vez que complete la venganza? Nada, no quedará nada.

¿Redención? ¿Misericordia? No, jamás he tenido interés en cosas imposibles para mí y ahora eso no cambiará.

¿Qué es... eso? ¿Una luz? No, son dos. ¿De nuevo? No, esta vez es... diferente. ¿Podré vivir para dedicarme enteramente a esto? ¿Y si termino aburrido? No, cualquier pequeña luz por más insignificante que sea seguirá siendo mejor que esta maldita oscuridad en la que estoy hundido desde hace décadas.

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Halphas despertó de un sobresalto. ¿Cuántas horas...? Miró el reloj en su muñeca y levantó una ceja. Una hora, ese era un tiempo récord. 

Se estiró mientras sentía su espalda tronar, talló sus ojos y miró a su alrededor. No era la primera vez que dormía de pie, sin embargo, era la primera vez en la que su sueño era solo oscuridad ¿había algo más? No lo recordaba con exactitud y eso estaba bien para él.

Miró la puerta de la recámara de Stolas durante unos segundos y asintió al percatarse que todo estaba en orden.

- Ah... ¿Ascaroth?

El conde se mostró sorprendido mientras miraba a la derecha. Mierda, miró a Octavia abrazando una almohada mientras retrocedía lista para buscar al imp y avisarle que había un extraño fuera de la habitación de su padre. 

La menor dio la media vuelta y antes de poder correr, fue sostenida por el mayor quien cubrió su boca evitando que pudiese gritar o hacer algún sonido.

- Señorita por favor, cálmese. No haré nada indebido, solo necesito que se tranquilice.

A pesar de sus palabras, Halphas podía sentir el cuerpo de Octavia temblar en sus brazos y como su mano comenzaba a sentirse húmeda, entendía por qué lloraba de miedo, él no lucía exactamente amable y estar ahí a esas horas de la madrugada no daban una buena señal.

Llevó prácticamente a rastras a la menor a su habitación, estaba alejada y eso le permitiría hablar con calma. Si Stolas lo mirase en ese segundo estaba seguro de que lo odiaría.

- ¿Sabe, señorita? Es muy frágil, si algo llegase a suceder usted estaría vulnerable.

Sintió como la joven forcejeaba e intentaba gritar. Por todos los demonios, ¿ahora que haría? 

Una vez en la habitación, cerró la puerta con seguro a la vez que la empujaba a la cama.

- ¿Dónde está Ascaroth? No me hagas daño, no toques a mi papá, dime que quieres.

- ¿No me has visto bien? Soy un Goetia, ¿qué iba a pedir de ti?

- ¡Eso no lo sé!

La observó pegarse a la pared mientras abrazaba sus piernas. Carajo, ahora solo tenía dos opciones; confesar todo y convencerla de guardar el secreto, o dormirla y pretender que todo fue un sueño.

- Señorita.

Un paso, eso fue suficiente para que su aspecto cambiase por completo, su altura se redujo, los cuernos se hicieron presente junto a la cola, incluso su atuendo cambió. De nuevo era él, Ascaroth. Rascó su nuca con nerviosismo al notar como la expresión de la menor cambió a una de disgusto, y no la culpaba; seguramente estaría igual si algo así le sucediese a él.

 - ¿Como te atreviste? ¡¿Quién eres?! ¡Dímelo ahora!

- Tengo que enseñarle defensa personal por lo menos.

- ¡Responde, Ascaroth! No, ¿ese siquiera es tu nombre?

El imp suspiró antes de negar con la cabeza y sentarse en el borde de la cama provocando que la menor se alejase más incluso.

- Permítame presentarme de nuevo, señorita. Halphas Goetia, uno de los condes del infierno.

Miró la decepción en el rostro de la menor y bajó la mirada hacia sus manos, apreciando como temblaban levemente.

- ¿Cómo pudiste?

- ¿Me permite explicarle todo? 

La menor frunció el ceño mientras desviaba la mirada hacia otro lado y limpiaba sus lágrimas, genial, si iba a escuchar.

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- Buen día, papá, Ascaroth.

- Buen día cariño. 

- Buen día, señorita.

El imp tecleaba algo en el móvil mientras el par se disponía a desayunar. Mientras Ascaroth guardaba su teléfono, Octavia revisó el suyo.

" Gracias por haberlo tomado bien c: "

Una corta risa fue lo que dejó escapar la menor, provocando que su padre la mirase con interés.

- ¿Y eso?

- No es nada. ¿Tengo que irme después del desayuno?

- Bueno, eso es lo que pidió tu madre.

¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Where stories live. Discover now