Capitulo 2

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Sentí la cabeza a punto de explotar, me dolía demasiado producto de las copas de la noche anterior. Lentamente me removí del lugar donde me encontraba y pasé mis manos por la espalda descubierta del hombre que tenía a mi lado.

—Buenos días —susurre mientras le acariciaba su espalda.

Escuche un bostezo de su parte.

—El dinero está en la mesa de noche —soltó sin más.

Aquella voz masculina me hizo pegar un brinco en la cama, me cubrí mi desnudez con las sabanas y grite.

Él no era Lorenzo.

—¡¿Quién es usted?! —grite presa del miedo acorralada en una esquina de aquella enorme cama.

Él se giró rápidamente producto de mi grito, lo aprecie un poco más, un hombre de ojos claros, piel ligeramente bronceada y de cuerpo robusto.

—¿Por qué gritas? —se quejó tapándose las orejas—. Ya te dije que el dinero está en la mesa de noche.

—Tú no eres Lorenzo... —dije presa del miedo.

—¿Lorenzo? ¿Quién demonios es Lorenzo?

Apreté mis parpados con fuerza, debía de tratarse de una horrenda pesadilla.

—Está bien, estoy dormida, despierta Chiara, despierta...

—Hey —sentí su mano posarse en mi hombro—. ¿Estás bien?

Me aleje. No era una pesadilla, era real.

—Oh Dios, oh Dios —me di golpes una y otra vez con el respaldar de la cama.

Él intento acercarse a mí, pero no se lo permití. ¿Quién demonios era este hombre? ¿por qué estaba allí? ¿Qué había pasado?

—No entiendo que es lo que sucede, cuando llamé a ese club para solicitar una chica de compañía no pensé que enviarían a alguien inexperta...

¿Chica de compañía? ¿De qué demonios hablaba?

—¿Que ha dicho? ¿Cree que soy..., una dama de compañía?

—¿Por qué mas estarías aquí?

Apreté con más fuerzas mis parpados. Debía ser una broma.

—No soy ninguna dama de compañía, yo... creí que estaría aquí con mi novio.

Él se soltó a reír, pero su sonrisa se esfumo cuando noto la seriedad en mis palabras.

—Me engañaron, mis amigas dijeron que él estaba aquí esperándome...

—Escucha, los del hotel me dieron las llaves de esta habitación, yo mismo la alquilé para pasar la noche.

El hombre que tenía enfrentes se levanto de un solo tirón de la cama, y fue directo al baño en donde se cambió de ropa.

—Esto no debe estar pasando maldita sea —lo escuche quejarse mientras rebuscaba lo que parecía ser su teléfono móvil en su saco.

Comencé a llorar, estaba asustada, me aferré a mis piernas. Ni siquiera recordaba nada de la noche anterior, creí haberme entregado a Lorenzo y ahora resultaba que estaba con un completo desconocido en una habitación de hotel.

—Oye, oye, deja de llorar, lo resolveré —se acercó a mí y nervioso marcó un número en su teléfono.

—Mis padres van a matarme, no me acuerdo de nada.

Él me pidió silencio cuando al parecer le contestaron del otro lado de la línea.

—Hola, habla con el señor Marchetti, la chica que enviaron ayer para el servicio en el hotel, ¿cómo era?

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