Capitulo 7

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—Papá ella es Chiara. Chiara él es mi padre, Vittorio Marchetti —dijo Alessandro presentándonos a ambos.

—Un gusto señor Marchetti —le sonreí apretando su mano.

—Oh Alessandro, es hermosa ¿es tu esposa? —contestó su padre.

Alessandro sonrió y le pidió que nos sentáramos en unas de las bancas del lugar.

—Papá quiero que sepas algo —Alessandro fijo su vista en la mía y luego en la de su padre—. Chiara y yo tendremos un bebé.

Los ojos del hombre brillaron, se levantó y abrió las manos al cielo sonriendo como si fuera la noticia más feliz que hubiera recibido en años.

—¡Seré abuelo, seré abuelo! —sonrió feliz y luego se acercó a nosotros para abrazarnos a ambos—. Felicidades, muchas felicidades querida.

—Gracias señor Marchetti —contesté consternada por su reacción.

—Dime, ¿Alessandro está cuidando bien de ti?

—Lo está haciendo muy bien señor Marchetti.

—Tendré un nieto, por fin tendré de que alardear con todos los ancianos de la casa de reposo —dijo feliz—. Espero estar presente para conocerlo, quiero ser el primero en verlo, ¿Qué será? ¿Niño o niña? ¿Ya han pensado en nombres? Me sé de unos muy bonitos.

—Tranquilo papá —Alessandro calmo su euforia por la noticia—. Aún no sabemos su sexo, pero vendremos a decírtelo una vez lo sepamos, no te preocupes.

—De lo que si estoy seguro es que tendrá el mismo hermoso cabello rizado de su madre, ¿no es acaso precioso Alessandro? Tu esposa es hermosa.

Alessandro soltó una risa.

—¿Qué hay de mí? ¿No soy guapo? También es mi hijo.

—¿Celoso? —bromeo con aquello su padre.

—Me alegra demasiado que te haga feliz la noticia papá.

—Por favor regresen más seguido, a veces me siento muy solo en esta gran casa —suspiro—. Me gustaría mucho verlos de nuevo, en especial a ti Chiara.

Conocía aquel sentimiento, sabía lo que era sentirse solo sin nadie al lado, así que escuchar al señor Vittorio ilusionado por volver a vernos solo me arrugo el corazón. Sabía lo que él sentía al estar allí solo sin nadie a su lado.

—Papá nosotros...—contestó Alessandro pero lo detuve antes de que siguiera hablando.

—Nosotros regresaremos señor Vittorio, y con fotos de su nieto, no se preocupe —le respondí y él sonrió feliz.

—Que maravillosa noticia, le diré a mis amigas que hacen el curso de costura que hagan algo para él o ella.

No sé si haber dicho aquello enojaría a Alessandro, pero no podía dejar con la ilusión puesta al señor Vittorio.

—Señor Vittorio, veo que le gustan mucho las plantas, ¿acaso a usted le gusta sembrar? —le pregunté al verle aquella revista en las manos.

—Oh, eso es un pasatiempo, pero sí, me gusta mucho la jardinería, ¿por qué lo preguntas querida?

—Usted es idéntico a mi antigua vecina, Mia. Ambos aman las flores y las plantas, le traeré la próxima vez algunas semillas y le ayudare a plantarlas. Dígame, ¿le gustan los girasoles? Tengo unas cuantas.

—¡Sí!, me gustan mucho las flores amarillas.

—Entonces las traeré la próxima vez que vengamos a visitarlo, ¿le parece?

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