Capitulo 9

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Caminé en medio de la lluvia por el jardín tan rápido como mis piernas me lo permitieron, debía buscar la salida de la enorme casa para poder irme de allí antes de que Alessandro echara de menos mi presencia.

Baje por las escaleras que conducían a puerta y luego de eso escuche su voz.

—Chiara, Chiara.

Mierda, mierda.

Baje cuidadosamente las escaleras para llegar la entrada y no ser vista pero fue inútil

—Chiara, ¿A dónde vas? —Alessandro grito a mis espaldas y yo lo ignoré para seguir mi camino, a este punto no me iba a dar por vencida.

Baje los escalones y justo cuando iba a atravesar la puerta mis zapatos resbalaron con la cerámica mojada de aquel lugar y caí directo al suelo.

—¡Chiara! —el grito de Alessandro me asustó más que el golpe.

Ay no, ay Dios.

Me quede inmóvil en el suelo, estaba asustada de lo que había sucedido.

—¿Te has golpeado? —Alessandro llegó a mí corriendo, me levantó en sus brazos, y me miró asustado—. Dime, ¿te duele algo?

—Estoy bien, no ha pasado nada.

Él enojado fijo su vista en mí.

—¿A dónde ibas? ¡Eh! ¿Por qué demonios no has entrado a la casa? —me regaño.

—Yo...

—Dios, vas a volverme loco —se quejó y después de eso me tomo del brazo para jalarme lejos del jardín.

Alessandro me llevó por otro camino de la casa y me hizo entrar por la parte trasera de esta, justo donde estaba el sitio en donde guardaba algunas de sus cosas.

—Quédate ahí quieta, buscaré algo para que puedas secarte.

Nervioso lo vi hurgar entre cajas, hasta que consiguió una manta. Estaba totalmente empapado por el agua y su cabello lucia desordenado.

—Aquí tienes —me cubrió con la sabana y después de eso hizo a un lado mi cabello—. Lo mejor es que llame al médico.

Nervioso lo vi como intentaba buscar su móvil en el bolsillo de su saco pero no lo encontraba.

—Mierda, no lo he traído conmigo.

—Estoy bien señor Marchetti, no se preocupe no me duele nada.

—Dime, ¿qué demonios pretendías hacer Chiara, eh? ¿Qué si te caías por las escaleras? ¿Por qué no has entrado a la casa?

—Yo...

—¿Querías escapar verdad? ¿Eso es lo que querías?

Me arme de valor.

—Si —lo encaré con furia—. Quería irme de aquí.

—Tenemos un acuerdo Chiara —gruño entre dientes y me tomó del brazo—. No puedes irte.

Lo hice a un lado.

—Claro que no puedo irme, usted me tiene aquí bajo su cuidado, me tiene en una casa en la que tengo que soportar sus normas, en la que he lidiado con su prometida y soportado como me ofende. No puedo ni siquiera defenderme, porque no tengo un lugar a donde ir, y aun así he preferido escapar a quedarme más tiempo en este horrible lugar junto a usted.

Alessadro pegó su cuerpo al mío.

—Le dije que estaba dispuesto a dejar a un lado la mentira. Sabe señorita Martini, su presencia en la casa me ha hecho ver la cosas de una forma diferente —de repente su rostro estaba muy cerca al mío y no pude encontrar un lugar donde huir—. Usted es la madre de mi hijo le guste o no.

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