Capitulo 23

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Alessandro me ofreció su mano para bajar del auto una vez estacionamos en la entrada de la casa.

—Bienvenida a casa de nuevo amor —dijo en cuanto puse un pie en el suelo—. Espero puedas estar cómoda, he enviado a cambiar algunas cosas y tu habitación está de nuevo disponible —sonrió.

—Gracias Alessandro —contesté.

Él se acercó hasta mí, me tomó de la cintura y en cuestión de segundos me alzó en sus brazos para llevarme cargada adentro.

—¿Qué haces? —protesté en cuanto vi su acción.

—Te cargo para que no subas escalones —dijo y lo escuché reírse por lo bajo.

—Puedo caminar por mi cuenta, esto no es necesario.

—Solo cuido de nuestro bebé —respondió mientras me llevaba a cargada hasta el interior de la casa a pesar de mis peticiones porque me soltara.

Alessandro me subió por las escaleras hasta llevarme a la antigua habitación en la que me quedaba, me sorprendí al ver que la cama había sido cambiada de posicione al igual que el color de las sabanas, incluidas las cortinas.

—Quise que se viera un poco más colorido para ti, ¿te ha gustado? —preguntó.

—Está muy bonito —respondí—. Ya puedes bajarme Alessandro —pedí y el obedeció dejándome en el suelo.

—He agregado algunas cosas a tu guardarropas, si deseas algo, sabes que puedes decirlo.

Asentí y le dedique una sonrisa mientras dejaba mis cosas sobre la cama.

—Sé que has mencionado en el hospital que no deseas una casa nueva, pero me he tomado el tiempo de traer para ti un catálogo de casas, puedes escoger la que más te guste —dijo dejando aquella carpeta a un lado de la mesa de noche—. También sé que fue mi culpa que ese loco y Carina arruinaran las cosas para los dos, y no sabes cómo lo siento.

—Esa no fue tu culpa Alessandro —le respondí porque la realidad era que ninguno de los dos había podido controlar lo que había sucedido aquellas semanas, simplemente habíamos contando con mala suerte para todo—. No te preocupes por eso.

—Si fue mi culpa —suspiró—. Y por esa misma razón he decidido buscar a una persona para que te cuide y te brinde seguridad.

Lo tomé de las manos y le dediqué una sonrisa haciéndole saber que todo saldría bien, aun si estar segura de que aquello fuera cierto.

—Gracias por cuidar de mí.

Él besó mis manos y después paso una de sus manos por mi rostro para volver a hablar.

—¿Puedo pedirte algo?

—¿De que se trata?

—¿Puedo verlo?

—¿Qué? —pestañee sin saber a lo que se refería—. ¿Qué quieres ver?

—A nuestro bebé, me gustaría mucho... —se quedó unos segundos en silencio como si le costase decirlo—. Me gustaría mucho tocarlo.

—Claro que si —conteste y después tomé sus manos para llevarlas por mi vientre en cuanto me levante la blusa—. Ahora se nota más, aunque sigue siendo pequeño y ha empezado a moverse ahora más que antes.

Alessandro no dijo nada sus ojos se quedaron fijos en mi vientre como si aquello fuera lo más hermoso que hubiese visto.

—Es increíble que exista una parte de ambos allí —sonrió y se quitó una lagrima de su mejilla—. Lo siento, debo terminar algunas cosas.

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