Capitulo 22

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CAPITULO DEDICADO A: alejaorbe

Lorenzo me obligó a subir a aquel auto, me pidió que me ajustara el cinturón de seguridad y no intentase nada como el escapar.

Tenía miedo de lo que fuera suceder, de lo que podría hacerme.

—¿Qué es lo que quieres de mi Lorenzo? Por favor déjame en paz —le pedí asustada de lo que me hiciera. Solo pensaba en el bebé, no quería que ese enfermo nos hiciera daño.

—Si quieres que todo esté bien, lo mejor es que no intentes algo tan estúpido como gritar —me ordenó mientras conducía a toda velocidad por la carretera.

—Escucha si lo que deseas es dinero, te lo daremos. Hablaré con Alessandro, pero por favor no me hagas nada, deja mi vida por una vez tranquila.

—Alessandro —bufo—. ¿Ahora todo se reduce a él no? Me dejaste por ese hombre Chiara, y yo que creía que eras una chica inocente y dulce, pero resultaste ser una golfa como todas.

—¿De que demonios hablas Lorenzo? —le reclamé—. Tú fuiste el que decidió tenderme esa trampa junto a Lia y Lucrecia, ¿crees que quería algo como aquello? Yo decidí que quería estar contigo por cariño, no por obsesión como tú.

Lorenzo aceleró más el auto, lucía colérico con lo que le había dicho.

—Tú y ese tipo arruinaron mi vida, ninguna persona ahora me ve con buenos ojos todos me tratan como un loco —dijo enojado—. Pero no importa, me encargaré de que todo regrese a como antes, nos iremos a un lugar lejos los dos, donde nadie nos encuentre, aunque primero tengamos que pensar en qué hacer con ese problema que llevas.

—¡Eres un enfermo, si me pones un dedo encima, te mataré con mis propias manos! —lo golpee con fuerza en su pecho.

—Lo mejor es que te calles la puta boca —amenazó—. O terminaré lo que no hice ese día.

Me quedé en silencio al ver sus malas intenciones dibujadas en sus ojos. Debía hacer algo al respecto, debía huir de él, no dejaría que me llevase consigo.

—Ya verás como todo estará bien Chiara ni quiera tendrás que preocuparte por regresar a Roma —esbozó una sonrisa—. Compraré una casa bonita, trabajaré y tendremos hijos propios, no de otro tipo.

Apreté mis ojos fuertemente cuando su mano viajo a mi entre pierna.

—Voy a hacerte muy feliz.

—No me toques por favor.

Sentí náuseas y asco al sentir sus manos en mi piel, era horrible sentir como me tocaba.

—¡Dije que no me toques! —aleje su mano de mis piernas.

—Está bien, te daré tiempo para que acostumbres de nuevo a mí.

Lorenzo condujo a la salida de Roma, cada vez estábamos mas lejos de la ciudad, la lluvia no dejaba de caer y la oscuridad de la noche ya se había hecho presente.

No iba a dejar que hiciera lo que se le antojara conmigo. Así que aproveché una distracción de su parte para abalanzarme sobre él y el volante. Lorenzo perdió el control, nos salimos del camino de la carretera y el auto dio vueltas en el asfalto húmedo para chocar contra el separador de un solo golpe.

Cerré los ojos esperando lo peor. Me golpee la frente con la guantera del auto y para cuando volví a abrir mis ojos me encontré con la figura de Lorenzo herido y sangrando.

No sabía si estaba muerto o si estaba vivo, pero tendría que salir de allí cuanto antes.

Me deshice del cinturón de seguridad y caminé tan rápido como mis piernas me lo permitieron por la carretera buscando ayuda en medio de la lluvia.

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