Capitulo 4

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Alessandro tenía razón.

Me quedé sobre aquella cama pensando una y otra vez en lo que me había propuesto, no podía asegurar que tendría un futuro prometedor para este bebé si mis padres se enteraban, no había terminado mis estudios aun y un escándalo como aquel amenazaba con que todo lo que alguna vez soñé alguna se fuera por la borda.

No sabía qué hacer, estaba demasiado confundida y asustada.

—Amore, quizás lo mejor es que te quedes con él —susurré pasando las manos por mi vientre—. No es que no te quiera, para ser honesta no esperaba que algo como esto sucediera, pero Alessandro tiene toda la razón del mundo, son muy ingenua, débil y tonta, ¿cómo podría hacerme responsable de ti? No hay ningún futuro que yo pueda ofrecerte, aunque lo quisiera.

Deje derramar mis lágrimas.

—Serás un niño muy afortunado si te quedas con él. Tendrás todo lo que quieras, ha dicho que te quiere.

Un nudo se creó en mi garganta de nuevo, la inmensa necesidad de salir corriendo de aquel sitio me invadió.

—Pensaré las cosas y tomare una decisión, por ahora debes saber que voy a cuidarte mucho, sin importar que. 

De repente mi conversación se vio detenida por las voces de Alessandro y aquella mujer, parecían discutir. No pude evitar pegarme a la puerta para abrirla y escuchar con atención lo que se decían.

—Carina, lo mejor es que te vayas ahora, estoy bastante ocupado con algo de las empresas.

—Estoy harta Alessandro, regresé contigo porque prometiste que tendrías tiempo para mí y ya veo que has empezado a romper aquella promesa —dijo furiosa.

—Te recuerdo muy bien que fuiste tú la que me pidió un tiempo para solucionar todo. Te di seis meses Carina. ¡Seis meses!

—Alessandro te extraño mucho, ¿por qué no lo entiendes? Desde que asumiste la responsabilidad de las empresas nada volvió a ser igual para los dos.

—Sabías lo que sucedería en mi vida una vez aceptará el cargo de las empresas, tú aceptaste aquello y ahora has venido a quejarte.

—Vamos a casarnos Alessandro, ya me he hecho la idea de que mi marido pasará horas encerrado en su oficina sin su atención en mí.

Así que Alessandro tenía prometida y aquella era la razón por la que no podría permitirse tal escándalo, ahora sabia porque estaba tan preocupado por su reputación.

—Carina, prometo que hablaremos de esto luego, pero ahora te pediré que te vayas.

—¿Tienes a otra mujer en tu vida? ¿Me engañas con alguna mujerzuela? —dijo furiosa.

—No te engaño con nadie.

Escuché de pronto el sonido de unos tacones por las escaleras. Estaba perdida, si esa mujer me veía allí, así que como pude me aleje de la puerta y corrí a un escondite.

—¿Dónde las has metido? —pregunto ella.

Mierda, mierda.

Busque en aquella habitación un lugar en donde esconderme sin ser vista, mi contextura siempre ha sido menuda así que aquel pequeño armario de ropa sucia y utensilios puesto a unos cuantos pasos de la cama se había convertido en mi escondite perfecto.

—Carina detente —le pidió él y luego atravesó la puerta.

La pude ver a través de las diminutas ranuras del armario, era alta, de cabello rubio dorado, ojos claros con una figura envidiable por cualquiera que deseara un cuerpo curvilíneo como el de aquella mujer tan atractiva.

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