Epilogo

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La leve luz que se disipaba por la ranura de la puerta hizo que me despertase, mire a mi lado, Alessandro no estaba en la cama, por el contrario Alessio permanecía durmiendo profundamente en su cuna. Supuse que mi esposo se encontraba como la mayoría de noches anteriores en su oficina desvelándose por el nuevo diseño de autos deportivos en el que estaba trabajando para lanzar en su última campaña.

Me calce los zapatos que estaban a un lado de la cama y me puse encima una bata para ir hasta donde se encontraba Alessandro no sin antes dar un paseo por la cocina y prepararle un café cargado como le ha gustado siempre, cuando llegué me detuve unos cuantos segundos en el marco de la puerta para mirarlo.

Alessandro parecía emocionado y muy concentrado en su trabajo, conocía el esfuerzo y dedicación que había tenido para aquel proyecto, me sentía orgullosa de que estuviera feliz por primera vez por algo que siempre le había apasionado hacer. Desde el juicio de Carina y su condena en prisión los ánimos en casa no habían estado muy bien, no hasta que supimos que esa mujer estaría al igual que todos los que alguna vez nos hicieron daño estarían lejos de nosotros sin arruinar mas nuestras vidas, aquel era nuestro único consuelo.

Di un leve golpeteo en la puerta que lo hizo quitar su vista de los planos.

—¿Chiara? —pestañeó incrédulo al verme allí—. ¿Qué haces allí?

—Supuse que mi marido quería una taza de café caliente como acostumbra en sus mañanas —me encogí levemente de hombros.

Alessandro fijó su vista en su reloj de mano.

—Vaya, no me había fijado que hora era.

Dibujé una sonrisa mientras me acercaba a él.

—Vaya, te ha quedado muy bien —observé con detalle el dibujo en los planos—. No tenía idea de lo bueno que eras con los dibujos, creí que la única artista de la casa era yo —me burlé.

—¿Crees que se vea bien? ¿Crees que le gustará a los inversionistas? He estado con esta idea metida en mi cabeza desde hace mucho —se rascó la nuca—. Y ahora solo tengo el valor de mostrarla, aceptaré consejos si se ve mal.

—¿Sabes que creo? Que es perfecto —le di un beso en la mejilla y él sonrió como un tonto.

—¿Lo crees?

—Si —sonreí.

Alessandro me tomo de la cintura y me acercó hasta él para besarme.

—Quizás necesite más motivación —levantó sus cejas.

—¿Ah sí? —susurré mientras acercaba mis labios a los suyos y él cerraba sus ojos esperando un beso.

—Me vendría muy bien una motivación —dijo.

—Aless...

—¿Si?

—Tu café...—susurré cerca de sus labios.

—¿Qué sucede con el café?

—Se enfría —dejé a un lado la taza de café y me aleje de sus brazos dejándolo con sus labios estirados.

—¡Chiara! —exclamo—. Los has hecho de nuevo —se quejó.

—¿De qué hablas? —fingí inocencia.

—Vienes y me seduces y después te vas con el bebé.

—Solo te he traído café, lamento si tu cabeza imaginó otra cosa —me burle para enojarlo.

Quise huir de los brazos de Alessandro, pero estos fueron más hábiles y me atraparon antes de que escapara de él y sus deseos.

—¿A dónde crees que vas? —levanto una ceja retándome.

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