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Habían sido días raros en el castillo desde que volvieron de la caceria, algo nerviosos para algunas personas. Se había concretado el día de la ceremonia de compromiso, el rey quería aprovechar que la familia se encontraba reunida para ello.

Delanay tenía una semana para hacerse a la idea de ello, porque estaba menos preparada de lo que creía, quizás incluso tenía menos tiempo porque Viserys tenía pensado una cena familiar y le había comentado que quizás era buena idea que ella asistiera como prometida de Aemond, pero la chica no tenía claro cómo de buena idea era eso.

Aquellos días había acabado en el campo de entrenamiento para quemar estrés, con el permiso de su padre y la tutela de su hermano, incluso envió a Aaron para vigilar las clases. Entrenaba bajo la excusa de que aquello siempre le había llamado, pero los Velaryon también practicaban, aquello conllevaba que se acercaran a hablar con ellos y eso a que Aemond les mirara mal, fatal cabe decir.

Pero Dela necesitaba relajarse, se había vuelto muy real todo de repente, se había dado cuenta de que prometerse con Aemond podría no desagradarle tanto como siempre había pensado, pero también tenía claro que quizás era por el reciente interés que había adquirido por él, que las constantes discusiones podrían acabar desgastándola.

Apretó la jarra de hierro contra su pecho, notando como el vino se tambaleaba en ella mientras que apuraba el paso. Aegon y Catriel le estaban esperando en el balcón donde solían beber, con un par de sillas y ya conversando de cosas que ella no llegaba a comprender del todo, hablando de sus escapadas a la ciudad y balanceando sus copas vacías hasta que ella llegó.

Aegon llevaba días pasando de largo cada vez que les veía con sus sobrinos, Catriel lo entendía a la perfección y se dedicaban un saludo seco para luego escaparse ambos por las noches, pero Dela no tenia esos momentos nocturnos con Aegon para saber que su amistad con él estaba bien, así que se encontraba acurrucada en la silla sujetando su vaso con la mirada puesta en las luces lejanas de la ciudad.

–He oído que llevas bien el balancear la espada. –Aegon le dio un toque con el vaso en el brazo. –¿Intentas tener cosas en común con Aemond?

–No, solo liberar estrés. –Le dio un trago a su copa mas largo de lo normal. –¿Está enfadado? Casi no le he visto desde...

–Desde que llegaron los bastardos.

Aegon pegó la copa a sus labios con la mirada atónita de los hermanos en él. El rey tenía prohibido llamar así a los hijos de Rhaenyra, cualquiera lo sabía, era algo que causaba su ira y que nadie solía mencionar.

–Perdón. Los jóvenes Velaryon. –Bebió para luego dejar la copa. –¿Cabreado? No, pero te puedo decir que no está muy jubiloso

–Aegon, eso es lo mismo. –Catriel le quitó la copa al príncipe para darle un respiro del vino.

Delanay volvió a darle un trago a su vaso.

Aemond parecía estar evitándola, había ido a la biblioteca un par de veces para esconderse y el príncipe envió a varios guardias y sirvientes a buscar libros, libros que ella tuvo que ayudar a encontrar, por eso se enteró para quién iban. En la zona de entrenamiento tan solo le daba miradas para nada amistosas y, cuando cogía el valor para hablarle, Aemond le comentaba que tenia prisa y salía de allí rápido.

Se sorprendía a sí misma al echarle de menos, de añorar cosas que había descubierto que él hacía hace poco tiempo. Se encontraba buscando la mirada fija de él cuando coincidían momentáneamente en la misma sala, echaba de menos sus comentarios toscos y el ruidito que solía hacer. La estaba volviendo loca por esa indiferencia por su parte.

–¿Cómo de no jubiloso esta?

–Bastante. –Le respondió a la joven. –Pero vamos, yo creo que si te metes en su habitación de noche y os dais un par de besos se le pasa.

Delanay  ━━ Aemond Targaryen. ━━Donde viven las historias. Descúbrelo ahora