𝟮𝟲

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El aire frío pegó contra su cara. Tenía el cuerpo cálido por la cercanía a Caníbal pero la cara no corría la misma suerte, se había encogido todo lo posible para esconder sus pies descalzos entre las faldas de su vestido y se recostó hacia adelante todo lo posible para pegarse a las escamas del dragón mientras este agitaba con fuerza las alas.

Las pocas horas de noche las habían pasado sobrevolando parte de poniente, pasaron por el Valle de Arryn un buen rato, vislumbrando los pequeños pueblos que lo formaban, continuaron todo el camino y Delanay empezó a llorar cuando el suelo debajo de ellos empezó a volverse blanco y el frío chocó contra ambos. Lloro y grito sobre aquella bestia que poco entendía lo que su jinete decía y a quien maldecía, solo sentía el nudo en la garganta y el dolor que ella reflejaba, gruño un par de veces acompañando el llanto de la chica y aceleró el vuelo para transmitirla lo que parecía ser su apoyo.

Volaron pueblos y aldeas del norte, completamente nevadas y con el sol apenas saliendo por el horizonte cegándoles en alguna ocasión, obligando a que la joven cerrara un ojo con cuidado y se agarrara mas a la silla. Volaron alto y aun así hubo gente que les vio y le sorprendió que un dragón les pasara por encima de la cabeza, las noticias no tardaron en llegar y los cuervos volaron por debajo de ellos a una velocidad alarmante.

Cuando Canibal descendió frente a al Fuerte Terror la madre de Dela estaba saliendo del lugar aun en pijama, envuelta por una bata y una gruesa capa, con unas zapatillas cómodas que no resguardaban del frío y otra capa en sus brazos.

Delanay gimoteo una vez más al verla, dándose cuenta de cuánto había echado de menos su casa, de cuánto había querido que los brazos de su madre la rodearan cuando bajó por primera vez de Caníbal. Gael Targaryen seguía igual que la última vez que le había visto su hija hace un par de años, era apenas tres años más joven que el rey Viserys, seguía teniendo rasgos tersos, alguna que otra arruga que apenas se notaba, tenía su pelo blanco recogido en un moño rápido y sus ojos violáceos centelleaban y se llenaban de lágrimas entre toda aquella nieve mientras miraba a su pequeña hija.

Delanay bajo a trompicones del dragón, desabrochándose de la silla lo más rápido que pudo y corriendo con los pies descalzos por la nieve, le daba igual el frío y la sensación de quemazón en sus plantas, la nieve y el frío, le importaba poco que sus ropas no fueran adecuadas para aquella temperatura ni que Caníbal mirara a su alrededor intentando localizar donde estaban. Dela corrió todo lo rápido que sus piernas le dejaron, con toda la nitidez que sus lágrimas le permitieron, corrió hasta llegar a los brazos de su madre quien la abrazó con fuerza y la obligó a pisar sus pies para que no tocara la nieve descalza.

Delanay lloro con fuerza mojando las ropas de Gael, chillo contra la tela y se aferró a la mujer que la había dado a luz mientras esta la rodeaba con la capa extra que había traído y los guardias salían de la fortaleza acompañados por sus dos hermanos, que estaban tan confundidos como toda la gente del norte que había visto un dragón sobrevolando sus tierras.

Seca, con ropa adecuada, con Caníbal durmiendo después de comerse un par de ovejas y con unos zapatos en condiciones, después de todo aquello y una chimenea caliente Delanay había dejado de llorar para beber un poco de caldo caliente, encogiéndose en su asiento mientras su madre y sus hermanos se preparaban para comenzar su día.

Sabía perfectamente que su visita les había trastocado los planes, que había roto cualquier programación, pero la cara de los tres le había dejado claro que les daba igual, que atrasar el trabajo por ella no iba a ser ningún inconveniente.

–Has aparecido en un dragón, fijó que uno de los más grandes de Poniente. –Cedric se sentó a su lado con una sonrisa. –Increíble, aunque podrías haber venido con algo de ropa adecuada.

Delanay  ━━ Aemond Targaryen. ━━Où les histoires vivent. Découvrez maintenant