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El corazón le late al ritmo del aleteo de un colibrí pero con la fuerza de cien barcos que podrían haber pertenecido a Corlys Velaryon en sus peores guerras.

El castillo estaba patas arriba, al menos él lo sentía así. Quizás era su cuerpo que estaba demasiado alterado por la situación, quizás sus sentimientos que le removieron el interior como olas alteradas chocando contra un acantilado.

Se odiaba, se odiaba tanto en aquel momento, se odiaba más de lo que se había odiado nunca, se arrepentía con tal magnitud que no sabía cómo había tenido la osadía de seguir respirando despues de haberla enviado al norte. Hubiera dolido menos que su estadia alli fuera por una orden y no porque estuviera huyendo de él, de sus brazos y lo que empezaba a ser una buena relación, hubiera dolido menos porque sabría que ella le hubiera buscado pidiéndole ayuda y no por una carta escrita de unas palabras transmitidas entre personas.

La echaba tanto de menos en estos momentos. Desearía tanto tener su pelo entre los dedos, suave y sedoso, en vez de enterarse que estaba metida en medio de un campo de batalla con unos jodidos salvajes que se le habían ido de las manos a Cregan Stark.

Desearía haberle enviado todas las cartas que ocupaban su escritorio, todas en las que pedia perdon y que volviera, esas en las que aclamaba que iría a Invernalia de rodillas si era lo que ella quería para perdonarle, que la dejaría encerrarlo en un cuarto y tirar cualquier copia de la llave al mar para que solo ella pudiera abrirle la puerta.

Cuando abrió la puerta de la sala del consejo todos estaban allí; Su padre siendo roído por una enfermedad, su madre y su abuelo, su tío y Corlys Velaryon. Aunque a diferencia de la última vez Catriel y Rohan Bolton no estaban perdiendo los nervios como cuando su pequeña había desaparecido por un secuestro improvisado.

Se discutió durante horas lo que tenían que hacer, se replicó al rey como Cregan se había callado algo que se le había salido de las manos como era un grupo de salvajes, se analizó la situación y Aemond releyó el informe una docena de veces mientras las voces del consejo le rodeaban.

–Viserys. –Llamó Daemon. –Se acabó ser pacíficos. Intentaste evitar los Peldaños de Piedra y la única solución fue levantar armas...Sabes que no puedes levantar las manos e intentar que los demás solucionen las cosas, hay que actuar hermano, porque esa actitud es la que ha hecho que Stark prefiere intentar solucionar las cosas el solo, porque sabia que no iba a servir de nada decirtelo.

Oh, cómo odiaba decirlo, pero Aemond sabía que su tío Daemon llevaba razón, al menos lo sentía. Había tenido la mínima decencia de no montarse en Vhagar en cuanto la carta llegó, en no emprender vuelo hacia donde está Dela por el simple hecho de que Rohan le había detenido a mitad de camino a Pozo Dragón, y solo los grandes siete sabían lo mucho que se estaba conteniendo para no tirar la silla y salir corriendo de allí.

–Bien...Te lo encargo Dae-

–Voy a ir. –Corto Aemond las palabras de su padre. –Quiera cualquiera de esta sala o no. Estoy cansado de estar sentado esperando en este puto castillo.

 Estoy cansado de estar sentado esperando en este puto castillo

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Delanay  ━━ Aemond Targaryen. ━━Donde viven las historias. Descúbrelo ahora