𝟮𝟯

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El ruido metálico recorría los pasillos del castillo, una y otra vez los guardias caminaban por aquellos pasillos fríos, escoltando a una joven que llevaba en brazos a un pequeño príncipe que reía y acariciaba un mechón de la chica mientras se mecía por los pasos rápidos de esta quien caminaba ya un poco harta de la situación.

Superar eventos traumáticos es difícil, la mente es débil y los hechos fuertes, hechos que rondan tu cabeza durante tiempo ilimitado, durante aquello que tu mente deje que haga antes de empezar a superarlo. Los traumas son duros y persistentes, como un replique detrás de la oreja que te recuerda el pasado cuando menos te lo espera, qué hace que vaciles y tu corazón de comprima de manera dolorosa y triste, que mete el miedo en tus huesos para que tiembles desconsoladamente.

Los traumas son difíciles de superar y más aún cuando los demás te dificultan el hacerlo tratandote como si fueras la más delicada obra, como si aquello hubiera pasado hace un par de horas y aun estuvieras en peligro.

Tener guardias era lo que peor iba a llevar en ese momento y era lo que le estaban poniendo alrededor, la mano del rey pensaba que seria lo mejor por si había otro intento de extorsión a la corona, había usado su lengua bífida para que el rey opinara lo mismo por mucho que la joven le suplicó a su padre que hiciera algo para quitarle a los guardias, para dejarle solo a Lucas y a Aaron, el guardia de su padre, que no necesitaba más y que aquello la ponía enferma.

Por más que les hubiera gritado a aquellos hombres que se marcharan nunca lo hicieron, la siguieron allí donde fuera hasta que ella se encerraba en su habitación. Odiaba aquello, que la trataran como alguien que tenía voz y voto en ese castillo pero no lo tuviera, que la autoridad que decian que tenia por estar prometida con el príncipe no la viera por ningún lado, a veces tenía ganas de arremeter contra todo y todos pero la ansiedad que la ocupaba el pecho no la permitía hacer mucho más que gritar.

Freno de golpe en la puerta de la biblioteca antes de estirar la mano y agarrar el pomo, miro detrás de ella a los cuatro guardias que la acompañaban y suspiro antes de abrir la puerta para entrar, caminó un par de pasos hasta que logro ver a Aegon sentado en un sofá con cara hastiada y un libro entre sus manos.

–Aegon. –El mencionado alzó la cabeza con una sonrisa antes de borrarla al ver el panorama. –Diles que se vayan.

El príncipe frunció un poco el ceño sin entender demasiado aquello.

–¿Por qué no lo haces tú?

–Porque ya les he gritado que se marchen y es como exigirle a mi sombra que desaparezca. –La joven dio un par de pasos más hacia él. –Díselo, díselo ya.

El tono autoritario de Delanay logro que Aegon se levantara para mirar a los guardias, quienes se habían quedado quietos como estatuas en cuanto la chica se paró. Fueron unos segundos de silencio en los que solo se escuchaba al pequeño Jaehaerys balbucear intentando llamar la atención de la chica que le llevaba en brazos.

–Ya la habéis oído.

–Pero mi príncipe, la mano ha pedido que se la escolte a cualquier lado que desee ir.

Aegon abrió la boca un poco mirando a Delanay algo incrédulo de que un guardia le hubiese respondido, la chica solo suspiro y se sentó en uno de los largos sofás.

–Si, la mano dice muchas gilipolleces por lo que veo. –Respondió Aegon. –Dela ha venido a que... ¿pase tiempo con mi hijo? –Miro a la chica recibiendo un asentimiento corto. –Así que yo mismo me encargaré de escoltarla hacia un guardia cuando terminemos, aprovechad este tiempo libre para meteros debajo de las faldas de alguna sirvienta o yo que sé, pero largaron de una vez.

Delanay  ━━ Aemond Targaryen. ━━Donde viven las historias. Descúbrelo ahora