𝟮𝟴

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El norte nunca le pareció tan extraño como aquella vez, tan inquieto dentro de ella. El corazón le martilleaba en el pecho mientras observaba todos los papeles frente a ella, mientras Cregan gruñía leyendo cada palabra y luego se los pasaba para que ella viese las cartas.

Su viaje no era un encuentro de amigos de la infancia, lo sabía perfectamente y tenía claro que su presencia en Invernalia era por alguna razón específica, lo sabía desde que Cregan se vio un poco desilusionado al saber que Delanay no había tenido interés en traer a Caníbal a Invernalia, que le parecía complicado ya de por sí tenerle en su hogar como para hacer que se acostumbrara a otro lugar nuevo en tan poco tiempo, incluso se empezó a plantear enviar una carta a su hogar pidiendo que le soltaran para ver si llegaba a Invernalia.

Las cartas habían empezado a llegar varios meses antes de que Dela pisara el norte, con cortas cartas que venían de la muralla, breves palabras de la Guardia de la Noche que avisaba de algunas hogueras que se veían desde el muro en el otro lado muy pocas para preocuparse, hasta que los pequeños cachos de papel se empezaron a volver pergaminos algo más extensos. Las hogueras habían empezado a ser cada vez más frecuentes, cada vez más cantidad y más cercanas, habían dado paso a vislumbrar grupos preocupantes de salvajes cerca y ello les había llevado a empezar a preocuparse de alguna manera. Las cartas de la Guardia relataban como habían amenazado a aquellos salvajes, como sacaron las espadas contra ellos y causaron alguna trifulca, aunque las reuniones de grupos salvajes no se habían detenido, habían sido más asiduas y numerosas.

Los remitentes de las cartas empezaron a extenderse, no solo la guardia envió avisos, pueblos cercanos habían sido asaltados por grupos de salvajes. Se trataban de grupos no muy grandes, pero la cantidad de asaltos había logrado que la cabeza de Cregan diera luz roja a todo aquello, Delanay no había tardado en entender que había estado cruzando poco a poco para acabar reuniéndose en algún punto creando su propio ejército y aquello solo les daba la idea de que Invernalia sería lo primero a por lo que irían, hacerse con el norte.

Era una idea kamikaze, nadie en su sano juicio intentaría una revuelta contra el norte, pero los salvajes no estaban en su sano juicio, Dela se lo imaginaba. Las historia que corrían por poniente sobre el otro lado del muro no eran nada agradable, ella se volvería loca si tuviera que vivir al otro lado, se desesperaba por pensar que todo pudiera matarla, ya lo hacía estando en Desembarco así que el otro lado del muro solo le causaba un escalofrío por la columna.

–Esperaba que la presencia de un dragón les asustara lo suficiente como para hacer todo esto mucho más fácil.

–Debería, al menos en la capital Caníbal causa ese terror... –La joven tiró la carta a la mesa sobándose el tabique de la nariz. –Puedo preguntarle a los hijos de la princesa si podrían venir, Jacaerys al menos.

Cregan negó con la cabeza apartando la última carta de sus ojos.

–Intentémoslo nosotros primero ¿Cómo de complicado puede ser esto? Son solo salvajes, no tienen nada.

–Ese es el problema Cregan, no tienen nada por lo cual no deben temer a la pérdida.

Se relamió los labios, los tenía secos de llevar todo el día encerrados en esa habitación leyendo cartas, hablando de ellas, comentando posibilidades e intercambiando ideas. El cabeza de los Bolton debía estar allí, el primogénito al menos, no ella, pero era la manera que había tenido Lance para mantenerla con la cabeza ocupada y la nariz de su madre lejos de él porque su pequeña hija había huido de su prometido, aun así tenia preparado siempre un caballo para cuando Dela le comentase que le necesitaban.

Pasar tantas horas metidos en esa habitación le había permitido degustar mejor la apariencia de su anfitrión. Le recordaba siendo un niño risueño lejos de las miradas de los nobles, de melena oscura alborotada y ojos oscuros que brillaban como luceros cuando se miraban, cuando reían y jugaban por la nieve, cuando habían hecho promesas de pasar toda la vida juntos porque se divertían demasiado con la compañía del otro. Ahora era un hombre de semblante más serio que sonriente, con las cejas negras siempre fruncidas, el pelo más corto de lo que recordaba y echado hacia atrás buenamente peinado y sus ojos parecían vacíos la mayoría de veces que se quedaba viendo a un punto fijo y las sonrisas se habían vuelto tan difíciles de ver que Dela quiso poder inmortalizar cada una de ellas para poder disfrutarlas cuando añorara a aquel niño que Cregan solía ser.

Delanay  ━━ Aemond Targaryen. ━━Where stories live. Discover now