𝟭𝟴

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Meció con cuidado a la niña en sus brazos mientras esta jugaba con las puntas de su pelo, Jahaera se forzaba por mantener los ojos abiertos en los brazos de su tío mientras que este iba de un lado a otro de la habitación. No entendía como Delanay lograba que se durmieran, Helaena decía que lo hacía con una facilidad que era admirable y ahí estaba él, llevaba 20 minutos meciendo a la niña de un lado para otro despacio y con cuidado, bajo la mirada de su madre y su hermana quienes hablaban tranquilamente.

Dos días, llevaba la mitad del tiempo acordado fuera de casa y ya sentía cómo todo estaba patas arriba, la biblioteca se había descolocado en un abrir y cerrar de ojos, Catriel y Aegon habían pasado esas dos noches fuera del castillo pululando por las calles de seda y los mellizos demostraban que añoraban los ratos que pasaban con ella. Dos miseros días y Aemond ya se planteaba volar en Vhagar hasta Rocadragón y traerla de vuelta aunque fueran unas horas, pero tenía claro que ella no iba a subirse en un dragón ni aunque la vida le fuese en ello.

–Duérmete, mocosa. –Murmuró Aemond con cariño. –Me vas a tener toda la noche aqui.

Alicent sonrió mirando a su hijo.

–Deberías acostumbrarte, Aemond. –El chico alzó la mirada con cansancio. –Cuando Delanay y tu tengáis hijos te tocará hacerlo a menudo.

Aemond negó quitándole el mechón de pelo a la niña de las manos.

–Para algo están las nanas.

–Dela dijo que le gustaría pasar el mayor tiempo con sus hijos. –Le cortó Helaena. –Asi que si lloran por la noche prefiere que uno de sus padres tranquilice al niño.

El chico rodó los ojos. Era de esperar cuando sabía que el método de Gael Targaryen, la madre de su prometida, había sido casi criar ella a sus hijos pasando todo el tiempo posible con ellos, por eso eran tan apegados entre hermanos porque el cariño genuino a la familia era lo que se le había inculcado y sabía que era lo que iban a enseñarle a sus propios hijos. Aemond solo esperaba que los niños que tuvieran se parecieran más a Dela que a él, que no se metieran en pozo dragón buscando una bestia como había hecho él y que no se metieran en peleas de las que podrían salir mal parados, esperaba que fueran tranquilos y responsables, que les gustara leer y no meterse en problemas.

Le cedió la niña a una de las nanas cuando está por fin cerró los ojos, fue directo a sentarse en uno de los sillones suspirando mientras echaba la cabeza hacia atrás.

–Solo dos días más, hijo.

–No sabes cuan es mi anhelo porque vuelta. –Se pasó las manos por la cara. –Y que la biblioteca no esté patas arriba.

–Tendrá que enlazarse con el fuego.

Aemond y Alicent miraron a la joven quien estaba haciendo punto de cruz tranquilamente, como si no hubiera dicho nada, el joven negó con la cabeza sin darle mucha atención. Helaena solía decir cosas fuera de lugar y sin mucho sentido desde que eran pequeños, era una de las cosas de las que se quejaba Aegon de que conversar con su hermana era mucho más difícil que con cualquier mujer de Desembarco y, por mucho que a veces quisiera partirle la cara, debía darle un punto a su hermano en eso a veces, si le diera una oportunidad a hablar con su esposa se daría cuenta de que conversar con ella solo es difícil un 10% de las veces.

Suspiro con cansancio antes de levantarse del sofá, sacudiendo un poco las arrugas de su ropa y acercándose a las dos mujeres para dejar un beso en la mejilla de ambas.

–Descansen.

–Aemond. –Le frenó la voz de su madre casi en la puerta. –Échale un ojo a tu hermano, por favor.

Delanay  ━━ Aemond Targaryen. ━━Where stories live. Discover now