Babylon Allure [JOHNTEN]

XXXVI. RUDDY

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Bonnie & Clyde by Yuqi
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Le hubiera ser otro tipo de persona, de las que se quedan en shock ante situaciones conflictivas, de las que no aportan nada a los incidentes, solamente no hacen nada por el impacto, se vuelven otra de las víctimas del momento, son a quienes les ofrecen una taza de té caliente, les preguntan si se encuentran bien y son un grupo de espectadores testigos sobre los que la gente pone su atención al final del día.

Para su mala suerte, no lo es, actúa por impulso y correr a auxiliar a su novio, es lo que su cerebro indica como primera orden cuando el hilo de sangre pinta su boca.

Un problema grave, porque tan pronto como intenta que Ten se ponga de pie, grita aún más. Y no sabe qué hacer, pero eso no lo detiene, le duele escuchar cómo llora y grita mientras lo carga por las piernas; sin embargo, no tiene otra opción. Lo coloca con cuidado sobre el sofá y abraza con fuerza.

—Tranquilo, mi amor, ¿qué sucedió?

También se culpa, porque sabía que los malditos escalones eran peligrosos y no esperó a que Ten bajara para poder irse a sabiendas de lo adolorido que estaba.

—Duele—jadea Ten en su hombro y sobando una de sus piernas.

Acaricia su espalda, el dolor no deja que Ten piense con claridad para explicar lo que sucede, entonces tiene que esperar a que disminuya. Cinco minutos y sigue siendo lo mismo.

—Tengo que revisarte, si te rompiste algo voy a tener que llamar una ambulancia, dulzura, por favor, trata de tranquilizarte, necesito que me hables—toma su rostro y respira profundo, no puede perder el control.

—Estaba distraído, —comienza Ten con hipo y sorbiendo su nariz—no me di cuenta y pise mal el escalón, me duele mucho el tobillo.

Tras eso, sigue con su desmedido intento de dejar de llorar, con el cuerpo muy tembloroso y dedos que apenas pueden alcanzar la zona afectada, se ve genuinamente impactado, como si fuera incapaz de comprender lo que sucedió, que los descuidos como ese suceden y no hay nada que se pueda cambiar.

Johnny levanta las mangas de su playera y pregunta con toques al respecto de la lesión, de forma inmediata no hay algo visible, lo que supone es una buena noticia, eso significa que no está roto, sólo ha sido una mala pisada que probablemente generó un esguince.

—Está comenzando a hincharse, mi vida, voy a llevarte al hospital para que te revisen, ¿está bien?

—¡No!

Cuando Mark nació, recuerda que lloraba muy seguido, con fuerza y era estresante no saber la razón, era un niño de nueve años desesperado que solamente buscaba que su casa volviera al silencio.

Hasta que Irene le explicó que para todos era difícil, que los berrinches de Mark no eran eso, sino intentos ansiosos por llamar la atención para que alguien pudiera mitigar su necesidad, porque él era incapaz de valerse por su cuenta.