Capítulo 8

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Ivory pensó que en cuanto el omega se fuera de su casa se relajaría, pero no había sido así, si cabía, se sentía aún más inquieto.

Y ahora, la situación en su apartamento había cobrado otro cariz, su amigo estaba hablando con la beta, y hasta él podía notar la nueva incomodidad.

Miró al omega de su amigo, uno que había conocido a su empleado, y sabía de qué tipo de familia venía el pequeño omega.

Algo no le cuadraba, pero incluso su curiosidad se vio eclipsada por la incomodidad del omega.

—¿Puedo hablar contigo, Zec? —interrumpió a su amigo, si él había hecho un lamentable espectáculo horas antes, su amigo estaba comportándose como un imbécil.

El gesto de molestia de Zec no le pasó desapercibido a nadie, mucho menos a su omega, que se veía completamente retraído. Pero pareció darse cuenta de su error.

—Claro, amigo.

Petra los miró a ambos para recaer finalmente en el omega que parecía querer camuflarse con sus muebles.

—¿Por qué habéis venido? —dijo Ivory, a lo que su amigo solo se encogió de hombros.

—Habíamos quedado, y bueno, quería traerte tu coche y ver si estabas bien.

Su política de 0 omegas en su vida, se había roto desde hacía días, realmente que Milo estuviera en su apartamento no era un problema.

Ivory suspiró.

—¿Es el omega de la limpieza usado? —preguntó Zec con pocas dudas en realidad.

Ivory asintió.

—No hay nada de malo en que quieras un omega —dijo Zec.

—No quiero un omega, solo le di un empleo, por mi culpa perdió el suyo.

—Por su culpa perdió el que había suplantado —le recordó Zec.

Ivory asintió, aunque una parte de él tenía claro que era responsable, y de que ese omega, en el fondo, no estaba haciendo nada malo. Solo fue su olor el que le delató.

—Su olor...

—Lo entiendo, amigo. Es difícil resistirse cuando huelen así. Pero no lo embaraces, podrías meterte en problemas.

—¿Estás loco? No provoca eso en mí.

Zec lo miró sin comprender, y entendió el desconcierto dada la situación por la que le había llamado.

—¿Te huele a omega usado?

—Debo de reconocer que hace muchísimo que no huelo a uno, y que trato de mantenerme completamente alejado de ellos.

—Odio su olor.

—¿Y por eso lo has metido en tu casa con su cachorro? —La ceja rubia de Zec se elevó sarcásticamente.

Ivory se sentó, las piernas le pesaban toneladas.

—Tu omega está inquieto, llévatelo, por favor —pidió Ivory. Zec olfateó el aire antes de mirarlo.

Pero ni siquiera se paró a mirar al pequeño omega de pelo oscuro, sino a la beta que estaba hablando con él.



Ω


Milo nunca la había visto, pero entendió muchas cosas cuando vio a su alfa con ella.

Como que ella era todo lo que él no sería nunca.

Cuando sus padres habían aceptado el compromiso con ese alfa, Milo se sintió muy feliz, Zec era un alfa bueno y de prestigio, y él era un poco mayor para estar desparejado.

OmegaWhere stories live. Discover now