Capítulo 16

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Milo miró a los dos alfas entrando, se había decidido a visitar a Oker de nuevo.

En realidad, tampoco sabía muy bien qué estaba haciendo él allí. Ya había notado que el otro omega no estaba muy feliz de verle en su anterior visita.

Y esta vez tampoco había sido muy distinta su expresión cuando el omega le abrió al puerta, pero el cachorro sí se alegró de verle.

Le había vuelto a llevar regalos y había comprado algunas cosas para comer con ellos.

Oker no era su amigo, en realidad, nunca lo había sido. Pero Milo se sentía tan solo metido en la casa que compartía junto a su alfa que ir a verles le parecía una buena idea.

Ya había probado a asistir al clubs social al que Zec estaba suscrito, y al que él mismo había asistido siendo un cachorro junto a sus padres.

Pero después de un mes el ambiente le resultó completamente deprimente.

El resto de omegas asistían con sus cachorros más pequeños, esperaban a sus alfas que aparecían más tarde para recogerles.

Pero Milo siempre iba y volvía completamente solo. Así que acabó recluyéndose en la casa que habitaba, igualmente solo, pero sin espectadores de lo que era el fracaso de su matrimonio.

La tarde antes su padre omega le había llamado, y había acabado saturado de consejos para favorecer su fecundidad.

No era lo que un hijo quería escuchar de sus padres, y como estos tenían más vida sexual que él.

Cuando Zec llegaba, lo hacía tarde y cansado, hablaban poco y trivial. A la mañana siguiente, Zec se volvía a ir a trabajar.

Pocas veces le pudo arrancar algún tipo de cita para salir juntos, salvo en sus reconocimientos médicos a los que el especialista le había pedido no acudir solo, su vida transcurría en la más absoluta soledad.

Sabía que estaba imponiéndole la presencia al otro omega, y cuando se iba se sentía aún más inadecuado.

Le gustaría volver a la vida que tenía antes del compromiso, sí, un omega de su edad sin un alfa era mal visto, pero lo que sentía ahora era mucho peor.

—Yo ... yo —titubeó sorprendido— he venido a hacerles una visita.

—Ya, bueno, no puedes venir a casa de Ivory de esta manera, Milo —dijo Zec.

Milo se estremeció, Oker también se lo había dicho, que al dueño de la casa no le haría gracia que fuera allí sin su consentimiento.

Milo no quería mirar a Ivory, ese alfa le producía incluso más malestar que el suyo.

—Tengo que hablar contigo —dijo Ivory, y la piernas le temblaron, pero se dio cuenta de que no le hablaba a él, sino a Oker, ¿iba a reprenderle por su culpa?

—Él no me invitó, vine yo porque quise —se adelantó interponiéndose a defenderle.

Oker se veía completamente pequeño al lado de ese alfa.

La mirada de Ivory esperaba verla cargada de rechazo, la misma que le vio poner cuando asistió a su boda.

Pero no la encontró, para su sorpresa, Ivory le sonrió, o la más parecido que él tenía como sonrisa.

—Tengo que hablar con él sobre una nueva escuela.

Para su sorpresa, Oker le lanzó una mirada molesta a Ivory. No esperaba que un omega como él fuera capaz de realizar ese gesto ante un alfa como Ivory. Él sin duda no sería capaz.

Ambos se apartaron levemente y él se quedó al cuidado del cachorro con su alfa mirándole.

Le gustaría tanto tener uno propio, tener su propio cachorro, una criatura tan bonita y buena como Kyle.

OmegaWhere stories live. Discover now