Capítulo 25

5.7K 656 179
                                    

Ivory estaba fuera de la escuela de Kyle, llevaba días sin dormir más de 2 horas seguidas.

Todos los recuerdos de su pasado le asaltaban cuando cerraba los ojos. Recordaba a su padre, por supuesto que lo hacía, pero al padre que él había construido tras su muerte.

Ivory sentía tanto dolor en torno a su pasado que lo había cambiado en su mente. Culpaba a su padre, lo culpaba de ser un irresponsable que le había traído al mundo para luego abandonarle.

Olvidó su amor, olvidó su sonrisa y olvidó su voz. Pero lo que nunca olvidó fue su olor, un olor que le provocaba un rechazo tan grande que había evitado toda su vida a los omegas.

Y ahora estaba allí, sentado en su coche, angustiado porque algo malo pudiera pasarle a Oker o a Kyle. No era racional, los instintos le estaban superando. Unos que había tratado de refrenar toda su vida.

Pero la falta de sueño le estaban afectando, estaba confundiendo las cosas, estaba confundiendo las personas.

Esa mañana fue el omega el que lucho para salir de su abrazo de feromonas. Necesitaba cubrirlo, llenarlo de ellas, necesitaba protegerlo y por el contrario lo estaba asfixiando.

En cuanto lo vio entrar seguro a su casa, estuvo tentado de subir, de volver a abrazarlo, de sentirse seguro.

Ese omega había sobrevivido a todo, pero Ivory sentía que el que se estaba rompiendo era él.

Debía conducir hasta su trabajo, debía ser el alfa que había estado siendo hasta entonces. Pero el coche no se movía, y todo apestaba a ansiedad.

Sacó la llave del contacto, y salió del coche, necesitaba verle, comprobar que estaba bien.

Porque la otra opción, la que él en realidad necesitaba no era capaz de asumirla.

Cuando abrió la puerta de su domicilio no le vio, debía estar en el interior de alguna habitación. Y entonces su mente le jugó una mala pasada. Aquel no era su elegante apartamento de su elegante barrio, era uno viejo con demasiados arreglos que no podían permitirse. Era una habitación insonorizada escasamente, y era el olor de un alfa en celo. Un alfa que asesinó a su padre.

Llegó a su habitación, el omega estaba allí, tendiendo su cama, limpiando algo tan suyo que lo encontró olisqueando sus sábanas.

Se giró con brusquedad cuando le sintió, sus ojos tan azules, tan grandes, tan limpios. Era tan hermoso que hacía daño, siempre lo había sido, incluso con su gorra calada hasta las cejas, limpiando el suelo de su oficina aquella primera vez.

Y su olor, su olor era el mismo que una vez amó y después odió.

—Yo...

Pero Ivory no le dejó hablar, llegó hasta él y lo abrazó, aspiró su aroma, y consiguió tranquilizarse. Lo tenía entre sus brazos, en su casa, en su cuarto. Era suyo y nadie le haría daño.

—Alfa.

Pero Ivory no lo soltaba.

—Alfa, por favor.

Ivory le miró, ese nuevo corte de pelo le sentaba demasiado bien, pero eran sus ojos suplicantes lo que le llamaron la atención.

Ivory se apartó, aunque solo quería seguir teniéndolo contra su cuerpo. Lo liberó, y se sentó sobre su propia cama.

No tenía sentido lo que estaba haciendo, lo sabía, una parte de él lo sabía, pero desde que todos los recuerdos, los reales, volvieron no sabía quién era ya.

Una mano pequeña y suave le acarició el rostro, lo que le hizo levantar la vista. Y de nuevo su mente le jugó una mala pasada, no había ni rastro de Oker, era su padre, su padre como le había acariciado tantas veces, y una lágrima cayó por su mejilla.

OmegaWhere stories live. Discover now