Paseo en auto

68 11 0
                                    

—Es hora de irnos entonces. —Jinsoul había terminado con su postre, lo devoró casi al instante cuando éste se derretía en su mano, usando el accidente como una excusa para evitar responder la pregunta de Jungeun.
No recordaba desde cuando la menor se había vuelto tan directa, o tal vez siempre ha sido así y solo fue ella la que se sorprendió demasiado.
—¿No irás a lavarte? —la menor apuntó a su mano.
Miró el líquido un poco fresco entre sus dedos, había intentado limpiarlo con un par de servilletas, pero era tan espeso que no tuvo mucho éxito.
Como una niña pequeña a la que no le importaba si sus acciones podían ser de mal gusto, lamió la piel que estaba manchada, por suerte no era grande el área afectada, terminó en unos cuantos segundos.
Jungeun miraba atentamente la escena.
La imagen de Jinsoul le pareció tan desvergonzada y de alguna manera atractiva, justo como cuando estaba comiendo el postre que la ensució.
Decidió grabar muy bien cada detalle en su mente, puede que en algún momento; sin especificar de cuál tipo, le serviría.
Nunca podría confesarle a alguien éste nuevo secreto.
—¿Te molesta? —Preguntó preocupada al darse cuenta de la expresión que tenía —Perdón, ¿te pareció asqueroso?—.
—¡No! —sacudió su cabeza —nada de eso, me distraje por un momento. —Se levantó de su lugar acomodando la capucha de su sudadera y su cabello.
Antes de caminar, sujetó su mochila y la colgó sólo de un hombro, la mayor la observaba un poco divertida al darse cuenta de cómo ésta aceptaba aquella acción como limpiarse, ¿Por qué tuvo que cuestionar la pregunta que hizo y no su anormal intento de quitar el helado de su piel?
—Eres muy rara, Kim. —Acusó mientras apoyaba sus manos sobre la mesa para darse un impulso y levantarse por completo. —Ve al auto, está abierto. Yo tengo que pagar todavía. —.
—¿Rara yo? ¡Tú eres la que acaba de lamerse toda la mano! —Trató de defenderse con un tono de ofensa. Avanzó lento y cuando pasó por un lado de la más alta le dedicó una mueca de disgusto provocándole algunas carcajadas.
La gente a su alrededor parecía no existir para ellas cuando estaban juntas, la pena por éste tipo de gestos y acciones no cabía en el mundo que compartían.
—No esperes menos de mí, ya deberías estar acostumbrada —una media sonrisa se dibujó en su rostro, que a la perspectiva de Jungeun, parecía un coqueteo —lo raro es que no me insististe en que fuera a lavarme. —Concluyó y con tranquilidad se dirigió hacia la pequeña Yerim que con mucha energía atendía la caja registradora.
—No tiene caso, siempre haces lo que quieres. —Continuó también, separando su distancia al tomar el rumbo hacia la puerta. —¡Nos vemos, Choi! —Salió del establecimiento y rápidamente encontró el auto de Jaehyun estacionado.
A pesar de tener el permiso, decidió esperar en la acera, intentando recargarse en la parte delantera, alejándose al instante luego de sentir el metal ardiente.
Que torpe.

•••

—Aquí tienes —estiró la mano con el dinero —quédate con el cambio. —.
Yerim tomó el billete y ágilmente entregó el restante correcto, no le gustaba aceptar ningún tipo de propina, no importa de qué persona viniera.
—¡Oye! —Alarmada y con los ojos muy abiertos se quedó un momento procesando lo que acababa de pasar. —Eres una grosera. —.
—Lo lamento Jinsoul unnie, ya sabes lo que pienso sobre quedarme con el cambio. —Le dedicó una sonrisa tan grande que le provocaba cerrar sus ojos. —Por cierto —continuó, cambiando su expresión a una un poco más seria —Jungeun y tú... —se estiró un sobre el mostrador, acercándose con complicidad a la pelinegra la cual por reflejo imitó el movimiento —¿Ya están saliendo? —.

El sonido del metal chocando contra la madera blanca de la barra invadió todo el establecimiento, haciendo que más de una persona prestara atención a las dos adolescentes que estaban conversando en el mostrador.
Algunas monedas no pasaron de allí, mientras que otras continuaron rebotando, generando ruido al encontrarse ahora con el suelo duro.
Jinsoul había soltado todo el cambio debido a la sorpresa por aquella pregunta.
¿Existió algo que la haya delatado? Si es así ¿Jungeun también se habrá dado cuenta?
Se sentía nerviosa.
Sus manos comenzaron a sudar frio y juró que su frente también. No importaba que el día fuera muy cálido, sentía su sangre helada correr por todo su cuerpo.
—¿Q-qué dices? —Habló con dificultad. —¿Por qué esa pregunta? —.
Yerim no ignoró el lenguaje corporal de la mayor. Su duda era genuina, definitivamente ya había reconocido la situación en la que estaba. No quería comentar algo que pudiera perjudicar la paz mental de su unnie, así que lo dejaría ser, ella debía tener ya alguna idea de qué hacer de ahora en adelante con sus sentimientos notoriamente correspondidos.
—Es una broma unnie, es sólo que ambas me dieron vibras de recién casadas al verlas bromear con la comida —sacó más monedas de la caja y las entregó a una mano muy maleable debido a que la dueña seguía impresionada —ten, ve con Jungeun, te está esperando, yo recogeré el desorden que ocasionaste. —Se asomó una sonrisa. —Después me las pagaras por esto, hay muchas cosas que me tienes que decir. —.
La menor comenzó a ahuyentarla con una mano, haciendo el ademán de que se fuera de una vez.
Aún sorprendida, comenzó a caminar de manera acelerada hacia la puerta con la mano un poco extendida, sosteniendo las monedas que le habían entregado. Necesitaba desaparecer de ese lugar, toda la gente había visto aquella escena tan vergonzosa y seguramente la recordarían si la volviesen a ver en el establecimiento.

𝐀𝐥𝐛𝐚 •𝒍𝒊𝒑𝒔𝒐𝒖𝒍•Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon