Buenas noches

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—Es aquí el destino, ¿podría esperar un poco? necesito acompañarla hasta la entrada. —.
—Claro, no se apure, cuidado de no tropezar. —La voz amable de un hombre adulto respondió ante la petición de Sooyoung.
Habían llegado por fin a la casa de la menor que estaba cuidando, a pesar de que Ha llevaba su bicicleta a la casa de los Jeong, no era una opción utilizarla como transporte si tendría que llevar a Jiwoo, sobre todo por el estado en el que se encontraba.
Había solicitado el servicio de un taxi desde antes de salir de la fiesta, ya tenía en sus planes dejar a la joven sonriente en su casa, sin imaginar la insistencia que tuvo después.

El camino se resumía en una Jiwoo adormecida, que recargaba su cabeza en el regazo de la mayor. Definitivamente no era la forma en la que quería que pasara éste acto, pero ya no había vuelta atrás, de todas maneras, no parecía molestarle a la capitana del equipo.

La menor se sentía culpable, sí, el alcohol en su sangre le provocaba ciertos síntomas comunes, pero estaba exagerando con esto, la verdad, quería sacar un poco de ventaja y sabía que la más alta cedería ante su berrinche justificado. Ahora tenía bastante vergüenza y no sabía cómo continuar sin ser obvia.
Sintió la mano de Ha sobre su hombro y como el auto se había dejado de mover, esta fue una señal para dejar de actuar, no permitiría que la llevaran hasta la entrada, no cuando no era necesario.
Se levantó despacio y en silencio, sorprendiendo a las otras dos personas dentro del vehículo.
Una vez que estuvo completamente sentada, giró hacia su mayor y le dedicó una sonrisa junto a una reverencia pequeña.
—Gracias, unnie. —Bajó del auto rápido, sin esperar una respuesta y de inmediato escuchó una puerta cerrarse justo detrás de ella.

Como si fuera ya una costumbre, sintió el agarre característico que ofrecía la capitana, impidiéndole seguir con su camino.
—Déjame acompañarte hasta la puerta, Kim. —Habló fuerte y claro.
—No quiero ocasionar más inconvenientes, el hecho de traerme hasta acá es suficiente —giró sobre sus talones para poder dirigirse mejor a su mayor, rompiendo el contacto físico —ya estoy mejor, ¿ves? —Levantó ambos brazos a los costados, extendiéndolos como si estuviera a punto de planear y sostuvo todo su peso sobre el píe izquierdo, demostrando la capacidad que tenía para equilibrarse en esos momentos.
Como era de esperarse, Jiwoo sonreía con mucha energía, su estado de ánimo había dado un cambio muy brusco, de estar enojada por irse a casa, ahora parecía bastante feliz estando en la acera maniobrando una prueba básica de sus habilidades motrices.

En la oscuridad parcial del momento, las dos conocidas comenzaron a reír juntas, compartiendo entre ellas sus voces desbordando alegría.
Sooyoung no podía creer cómo es que una persona tan mágica podía existir y estaba justo frente a sus ojos.
El deseo de acercarse, en todos los sentidos, nacía desde el fondo de su corazón, creando una sensación de cosquilleo en su estómago y una calidez en su pecho.
—Muy buena, aun así, déjame asegurarme de que estarás bien. —Sin miedo alguno, tomó la mano de la menor, dirigiéndola con calma.

Una brisa fresca chocó contra la piel de las dos adolescentes, dándoles una sensación agradable que no sabían necesitaban. El camino a la entrada era corto y ambas hacían lo posible por aprovechar cada centímetro de distancia, pisando el suelo gentilmente y a un ritmo bastante lento.
Sooyoung tenía su vista en la puerta, enfocando como se acercaban cada vez más, mientras que la menor no podía dejar de prestar atención al agarre, una vez más, sentía que flotaba y en lugar de llegar a su casa, estaba a punto de despegar hacia el cielo.

Fue cuestión de segundos para que la puerta se atreviera a llegar hasta ellas, arrebatándoles así aquel momento.
Sooyoung fue la primera en darse cuenta, detuvo sus pasos y se dispuso a observar a la menor, quien seguía enfocada en sus manos.
No pudo evitar sonreír tanto, hasta que sus dientes se asomaron entre sus labios.
—Jiwoo, ¿No vas a entrar? —Trató de llamar su atención.
La menor hizo contacto visual rápido, avergonzándose en el instante que vio el rostro ajeno, era seguro que haya notado su comportamiento hacia el agarre.
—S-sí, ya debería hacerlo —sin querer, soltó sus manos —muchas gracias por traerme, de nuevo. —Repitió la reverencia de antes con una sonrisa tímida en su rostro.

𝐀𝐥𝐛𝐚 •𝒍𝒊𝒑𝒔𝒐𝒖𝒍•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora