Tu número

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Las vacaciones habían empezado al fin, y parecía que incluso la naturaleza lo sabía; los días eran muy soleados y la brisa refrescante al fin hizo acto de presencia.
Las calles de los vecindarios se llenaban de niños jugando y las avenidas tenían menos autos debido a que las escuelas ya no estaban en actividades, o al menos, no todos tenían que ir.

Los negocios locales comenzaban a recibir más gente, la cantidad aumentaba al doble en estos dos meses vacacionales y no podía ser mejor para los propietarios.

Choi Yerim caminaba alegremente por la acera, eran las nueve de la mañana, se dirigía a la tienda de helados donde seguramente su padre ya tendría la apertura lista para cuando ella llegara.
Ansiaba poder trabajar tiempo completo, aunque fuera solo por un par de días a la semana. Le gustaba ganar su propio dinero y ahorrarlo para comprar todo lo que pudiera gustarle, y en realidad ya tenía un capricho en mente; un altavoz de gran alcance para poder reproducir música en el exterior.
Le gustaba aprender coreografías de sus artistas favoritos, y para eso, recurría a las ventanas de un local en desuso cerca de su casa, usando el reflejo tenue, y debido a que su celular no tenía un gran rango de volumen, escuchar la pista solía ser un problema, más si había gente alrededor.

Paso a paso se acercaba a la tienda, podía ver que ya estaba abierta, tan temprano que seguro estaría vacía.
Para su sorpresa, en el instante que entró, se encontró con una pelinegra muy conocida, acompañada de una chica un poco más alta y notoriamente atlética. Para la menor, ver a Jinsoul acompañada de alguien más era raro, estaba bastante segura de que debía tener un montón de amigos, pero venir por un helado es algo que solo ha compartido con la castaña ausente, desde hace cientos de años, o bueno, tal vez no tantos.

Su imaginación comenzó a volar, mientras se acercaba a un costado de la barra, cerca del mostrador. Y cuando abrió aquella pequeña puerta que simulaba ser una barrera, escuchó una carcajada distinta, tenía que ser de la más alta.
Miró de reojo, con un poco de discreción, y notó que en efecto las dos tenían una gran sonrisa en sus caras, mostrando sus dientes.
Jinsoul le daba palmadas en el brazo, como si quisiera que se detuviera, mientras que la otra solo intentaba alejarse y continuar con su escándalo.

Algo se calentaba en la cabeza de Yerim, probablemente era su cerebro pensando en una respuesta agradable, tenía un sentimiento tan raro y de alguna manera desconocido, estaba encontrándole el nombre, creía tenerlo en la punta de la lengua.

—¡Buenos días, Yerim! —.

Dos gritos se escucharon en el local, rebotando en las paredes frías.
El saludo eufórico de su amiga, y el otro fue producto de su propio susto.
Sintió como su espalda se calentaba y sus manos sudaban, había sido tomada por sorpresa e imploraba que no se hubieran dado cuenta de que las estaba observando.
Se enderezó, aclaró su garganta y continuó.

—Buenas —alargó la última vocal y levantó su mano izquierda —Jinsoul unnie. —Sus ojos se entrecerraban por sus labios curvándose hacia arriba.
Algo muy característico de ella.
Ahora que estaba de frente, viendo todo mejor, encontró que habían pedido del menú de los desayunos. Ambas tenían una orden de gofres con panceta, muy peculiar para la cultura general, pero era algo que llamaba la atención de los clientes nuevos que no tenían nada que hacer tan temprano por las calles.
Parecía que lo disfrutaban y pronto se percató una vez más de la hora; nueve con treinta minutos, en verdad es muy temprano.
—Ah es verdad —la pelinegra se levantó en su lugar —ella es mi amiga Sooyoung —señaló con ambos brazos estirados —vamos a la misma escuela y en el mismo grupo. —.
La nombrada imitó a la menor, levantándose con más cuidado, sonriendo cálidamente.
—Buenos días —hizo una reverencia, agachándose bastante en forma de respeto —mucho gusto, Choi Yerim. —.

𝐀𝐥𝐛𝐚 •𝒍𝒊𝒑𝒔𝒐𝒖𝒍•Where stories live. Discover now