Una invitación

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Las vacaciones de verano suele ser el descanso que más disfruta un adolescente. A pesar de que en ocasiones el calor puede ser insoportable, con un poco de optimismo y un buen plan de salida, podías disfrutar incluso de los días más intensos.

Desde salidas a campos abiertos, hasta simplemente pasar la tarde en casa de algún amigo, socializar era más fácil y comodo que en invierno, o al menos para la mayoría de las personas.

Y para quienes realmente lo disfrutan, el tiempo pasaba tan rápido que era injusto. Todos los que esperaban con ansias terminar con el ciclo escolar eran los afectados, estar tan felices y aprovechar cada momento, que a la hora de hacer el conteo regresivo, se daban cuenta de los pocos días que quedaban para iniciar con el primer día de clases una vez más.

Poco a poco podías sentir cómo la canicula llegaba a su final también, los días se volvían más refrescantes, los conos de helado no se derretían con facilidad en las calles, y los refrescos también se mantenían fríos más tiempo en los días de campo.
La hora dorada cada tarde era más temprano, acortando así el tiempo del sol en el cielo, dándole a la noche más protagonismo en las veinticuatro horas diarias.

Los cambios eran notorios para algunos, sobre todo para los que en realidad, estaban contando las horas y los segundos, esperando con necesidad el final de este descanso.
¿Quién podría atreverse a tanto?
Para una mente cuerda, era una aberración querer volver a la escuela, y es que muchos tenían un claro gusto por los estudios o el simple hecho de estar con tus amigos en las instalaciones.
También estaba la posibilidad de tener algo pendiente, y nuestra querida Jeong menor era una de esas escasas personas, por no decir inexistentes, que no veía la hora en la que el primer lunes del semestre llegara al fin.

Después de aquel tormentoso día, la pelinegea no había tenido la oportunidad de ver una sola vez a la persona que le provocaba mariposas en su interior. Y lo lamentaba tanto, no sabía cómo es que sobrevivía, tampoco sabía si era demasiado estúpida por no hacer algo al respecto.
Pero, lo que era seguro ante todo esto, es que ella definitivamente respetaba en su totalidad las decisiones de la menor, aun así fueran en contra de su estabilidad emocional. Ella entendería y se haría a un lado, justo como ha hecho estas últimas semanas.

Sí, Kim Jungeun se había ido de la ciudad por unos cuantos días, y no, no lo supo por ella, de nuevo fue Jiwoo quien le informó, cuando Jungeun le confesó que no le había dado la noticia a nadie más que a ella.
Y la chica sonriente estaba muy molesta, pero eso era otro asunto.
Supo que, el profesor había asignado un último examen y lo pasó, obteniendo así la libertad. Qué felicidad le dio la noticia, pero estaba bastante triste, y no por no saberlo de otra forma, si no por el hecho de que parecía que estaba esperando eso para poder huir de todos, y aunque no fuera así, alejarse más de ella.

Los intentos por llamarle se reanudaron el viernes por la tarde, cuando ese mismo día en las instalaciones de la escuela no encontró la presencia que tanto necesitaba ver. Cinco veces llamó, hasta que a la sexta tuvo éxito.

"Hola, Jin.
Estoy con mis abuelos.
No, no sé cuando voy a volver, pero seguro muy pronto.
¿Podrías llamarme después? Tengo que colgar."

Aquellas palabras, y ese tono de voz que le dedicaron eran migajas, incluso menos que eso, para Jinsoul más bien se trataba de un insulto.

¿Es que no importaba?
Entendía, Jungeun puede no hablar con ella si así lo desea, pero, ¿no merece una explicación?
Y aunque tuviera una idea, esa perspectiva la tuvo por su cuenta, y si era algo egoísta ya no le importaba, definitivamente tenía que escucharlo de la propia Kim Jungeun para estar en paz, o al menos un poco.

Sentía que debía ser tomada en cuenta, y Jungeun no perdía nada si al menos le dedicara algunas palabras que le ayudaran a entender lo que pasaba.

La necesidad de molestarse con ella era grande, de decirle que las tonterías que provocó Taeyong no eran su culpa a estas alturas. Pero probablemente lo que estaba pasando ya no tenía nada que ver con esa ocasión. Seguro que, la menor ya lo había superado, y era posible, siempre ha sido alguien muy fuerte. Pero ella aún no lo supera. En realidad, aún necesitaba decir muchas cosas. Y en todos esos intentos, había sido rechazada.

𝐀𝐥𝐛𝐚 •𝒍𝒊𝒑𝒔𝒐𝒖𝒍•Where stories live. Discover now