Alba

58 10 0
                                    

Al igual que cualquier otro adolescente enamorado, Jungeun había imaginado una infinidad de escenarios como este.
Se ambientaban a distintas horas del día, en la escuela, un parque o incluso en la tienda de helados que frecuentaban, también en diferentes épocas del año y con otras edades, creyendo que podía ser posible una vez que ambas fueran personas maduras, con una mayoría de edad cumplida y obviamente, ella y Jinsoul eran las protagonistas.

Si tuviera que elegir entre todo su repertorio, definitivamente su fantasía favorita era aquella donde, en su habitación, después de una partida de Just Dance, se confesaba por fin, con palabras tan especificas que ella misma había ensayado muchas veces frente al espejo de su baño, y justo cuando quería decir que entendía si no era correspondida, la mayor la silenciaba sujetándola de la nuca y cubriendo su boca con sus propios labios.
Era algo muy simple, pero era lo más cercano a su realidad que le causaba emoción al creer que podría cumplirse.

Había gastado tantas horas de sueño a lo largo de los días, todo gracias a las imágenes fugaces como esas, avergonzandola por no poder controlar sus pensamientos más primitivos.
Y a pesar de experimentar esa euforia y esos latidos acelerados con cada sueño lucido, nunca imaginó que, en realidad, las cosas eran tan distintas.

Extrañamente hacía frío, y aunque fuera el inicio del verano, la temperatura no solía disminuir tanto como para provocar escalofríos, ni siquiera en la ausencia del sol.
Sumado a esto, Jungeun sentía como sus piernas cedían ante el cosquilleo en su estómago, que se expandía poco a poco, y no estaba segura de si lo que sentía era la posibilidad de volar entre las nubes, o más bien de caer hasta la ultima capa del suelo. Pero, gracias al brazo firme de la pelinegra que envolvía su torso desde su cintura, se mantenía con los pies en la tierra.

Estaban a la mitad de un contacto gentil y cálido; su mejilla izquierda se hundía levemente gracias a la fuerza que estaban ejerciendo los labios contrarios y sus cuerpos estaban tan cerca que podía sentir el calor de las dos emanando. El aroma de la mayor invadió todo el espacio de manera intensificada, haciendo que Jungeun aprovechara la oportunidad de respirar profundamente, sin intentar ser discreta en el acto debido a la adicción que había estado creciendo en ella. En cuestión de segundos pudo identificar el olor a sudor y piel caliente mezclándose entre la fragancia floral y fresca que Jinsoul tenía ya gravada desde años atrás.
Al parecer, ambas habían tenido la misma fiebre durante sus pocas horas de sueño.

Un beso en la mejilla.
¿Era un gesto de despedida?
Jungeun no quiso interpretar nada a su favor, decidiendo así que la mayor solo era amable con ella, a pesar de que ésta acción no era algo recurrente en su relación.

Estaba totalmente equivocada.

La respiración de Jungeun se detuvo cuando la mayor tomó una distancia moderada, permitiéndole ver con detalle su rostro.
Ambas mantenían un contacto visual, y juzgando la sonrisa amplia que tenía Jinsoul en sus labios, imaginó que tal vez le gustaba lo que veía frente a ella.

Los ojos contrarios brillaron como lo hicieron durante cierta parte de la noche; mientras bailaban, en el curioso suceso del baño que ni siquiera pudo usar, y también en aquel juego improvisado, donde podía sentir como la mirada de Jinsoul quemaba en su piel cada vez que la enfocaba.
Su iris había dejado de ser de aquel color marrón tan único para ella y ahora tenía un tono acaramelado, rojizo, debido a los rayos del sol en su fase del amanecer. Así mismo, la piel de su rostro y cuello era coloreada de un anaranjado resplandeciente, con un toque de carmesí, envolviendo cada centímetro de la suave superficie.

La pelinegra era el fuego mismo, justo frente a ella, y la estaba derritiendo poco a poco con esa mirada y esa sonrisa.
Tan cerca del sol.

¿Quieres que muera justo aquí?

𝐀𝐥𝐛𝐚 •𝒍𝒊𝒑𝒔𝒐𝒖𝒍•Where stories live. Discover now