Gianna se encuentra en un periodo depresivo y está luchando para salir de ello, piensa que un nuevo trabajo le ayudará a poner un poco de orden en su vida, sin embargo ésta nueva etapa pondrá sus límites a prueba, sobre todo cuando Charles Leclerc s...
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Ingreso al hospital y corro buscando el área de pediatría.
— Gianna—alguien grita mi nombre y volteo para ver quien es. Antoine corre hasta mi. — ¿Sabes dónde está?
Él niega con la cabeza.
Ambos buscamos desesperados el área de recepción y ellos nos indican cómo llegar a la habitación donde está nuestra hija. Mis abuelos están junto a ella.
La miramos unos segundos por la ventana y luego entramos despacio para no asustarla.
Mia se encuentra sentada como indiecito, luce un poco molesta por la intravenosa.
— Hola mi amor—me acerco intentando no llorar delante suyo. — Mami. Papi— Siento a Antoine rodearnos con sus brazos.
Mis lágrimas brotan sin control y Antoine restriega mi espalda suavemente.
— Gianna, lo siento tanto—Mi nona tiene los ojos rojos de tanto llorar y al ver la escena volvió a hacerlo. — ¿Qué paso?—pregunto abrazándola. — Los médicos dicen que uno de los medicamentos que le recetaron tenía un componente que le causó una reacción alérgica. — ¿Cuál fue el componente?—pregunta el francés sin despegarse de nuestra hija. — Todavía no hicieron los estudios, quieren esperar que pase las próximas 48hs con una evolución favorable.
(...)
Mia logró dormirse a duras penas, mis abuelos volvieron a su casa para preparar algunas cosas y traerlas.
— Toma, lo necesitas—Antoine me entrega un vaso de café y se sienta a mi lado. Inclino la cabeza y me apoyo en su hombro. Él me besa y toma mi mano.
— Todo estará bien—Antoine intenta calmarme pero mis lágrimas vuelven a brotar. — Tenía que estar aquí, con ella. Mi hija casi muere y yo no estaba a su lado. — Gianna, estabas trabajando, no te culpes. — ¿Y si no llegaba a tiempo? — Gianna, yo también soy su padre y tampoco estaba aquí, pero eso no tiene sentido ahora, ya no podemos cambiar eso, pero estamos aquí, nuestra hija está a bien y mañana o pasado nos vamos a ir y va a volver a casa.
(...)
— Hay un par de periodistas en la entrada—Antoine examina una ultima vez la habitación asegurándose de no olvidar nada. — ¿Hay otra salida? — Si, pero no se puede llevar el auto hasta ahí. — Entonces no queda de otra.
Antoine lleva a Mia en brazos mientras yo camino junto a ellos con algunas bolsas en las manos. El futbolista pega a su pecho a la pequeña, evitando que fotografíen su cara. Subimos al auto y Mia se acomoda en mis piernas, ambas vamos en el asiento del copiloto.
Mi teléfono no ha parado de sonar desde el domingo a la madrugada.
— ¿Es el piloto?—Pregunta Antoine mirando el teléfono de reojo. — Antonine yo... — No hace falta que digas nada Gia, pero atendé, que lleva tres días sin saber de ustedes.
Había esquivado a Charles desde el domingo, no quería hablar con nadie ajeno a mi familia.
(...)
— Hola Charles.
— Gianna ¿Qué paso? llevo dos días llamándote—el monegasco alza la voz.
— Perdón yo... no quería hablar con nadie hasta que Mia esté bien. — ¿Y lo está? — Si, está fuera de peligro. — ¿Puedo ir a verla? — No creo que sea buena idea...Anto...Su papá está aquí.
Lo escucho respirar de una manera tensa.
— Avísame cuando pueda verlas ¿si?. Ahora debo irme, tengo una entrevista. — Nos vemos.
Sabía que mentía, no había entrevista alguna, al monegasco se le olvidó que yo tengo acceso directo y en tiempo real a su agenda. Pero también sabía que escuchar el nombre de Antoine o saber que estábamos en el mismo lugar, le causaba cierta incomodidad.