Cap.39

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Continuación…

El desconocido forcejea con la manija de la puerta, insiste en abrirla. No tiene éxito.

Todo mi cuerpo tiembla, siento que el aire se vuelve escaso y el ambiente sofocante.

Nuevamente golpea la ventanilla con sus nudillos.

Y en el momento menos oportuno, mi estómago empieza a revolverse.
Llevo ambas manos a mi cabeza. Paso mis dedos por el pelo y clavo mis uñas en la piel.
Escucho los balbuceos del tipo, pero no logro entender lo que dice. Un pitido se cuela en mis oídos y siento como todo da vueltas. 

Intento gritar, pero no puedo. No tengo voz.
Siento como las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

Solo quiero que esto termine.

Un par de arcadas me hacen volver a la realidad, trato de contenerlas, pero es demasiado tarde, siento un flujo caliente y espeso subiendo por mi garganta.

Abro la puerta con todas mis fuerzas empujando al hombre lejos de ella.

Me alejo un poco del auto. El aire fresco golpea mi cuerpo y siento un poco de alivio.

Miro de reojo, el desconocido se acerca. Intento correr pero una arcada me detiene… Y finalmente, vómito.

Siento el peso de una mano acariciando mi espalda.

—¿Qué mierda haces? ¡PSICÓPATA!—me aparto de él con las pocas fuerzas que me quedan.

—¡TRATO DE EVITAR QUE MI HERMANA HAGA UNA PELOTUDEZ!

Volteo a verlo, Joel se encuentra a unos pocos pasos.
Se acerca a abrazarme y me dejo caer sobre él.

—¿Estás bien?—pregunta con suavidad mientras acaricia mi pelo.
Niego con la cabeza.

—Sos un pelotudo. Casi muero de un ataque de nervios.—digo entre sollozos.
—Necesitamos hablar.—Asentí. Tomó mi cara entre sus manos y luego volvió a abrazarme.

Habíamos acordado ir a un bar, pero mi auto no arrancaba. Tuve que llamar a la grúa.

—Tienen demora de una hora—anuncié luego de colgar la llamada.
—¿Por qué no llamas a Charles?
—No voy a molestarlo.
—Seguro que él lo soluciona en cinco minutos.—Insistió Joel.
—Charles no está en Mónaco.

Mi hermano me dedicó una mirada seria por unos segundos.

—Entonces sos tan cobarde que esperas a que él se vaya para…
—No voy a hablar de eso ahora.—Lo interrumpí.

Dejé a mi hermano con la palabra en la boca parado en medio de la calle y volví a encerrarme dentro del Stelvio.
No pasó mucho antes de que Joel me imitara y se sentará en el asiento del copiloto.

—No podes ser tan pelotuda de romper semejante auto—exclamó mientras observaba el interior.
—Hubiera reaccionado mejor si un imbécil hubiera llamado como una persona normal y no me hubiese perseguido por todo Mónaco como un psicópata.

—Hubiera llamado si alguien fuera más razonable.—imitó mi tono de voz.

—¿A qué viniste?—le dediqué una mirada fulminante.
—Ya te dije—reclinó el asiento y llevó ambas manos a su nuca.—Estoy aquí para evitar que hagas una pelotudez.

Ambos nos quedamos en silencio.

—¿Te llamo Samantha?—voltee a verlo.
—Creeme que nos vas a querer enfrentarte al demonio pelirrojo que me llamó—respondió entre risas.

¡La puta madre! ¡Maldita sea!

—¿POR QUÉ MIERDA LE DIJERON?—grité golpeando el volante con mis manos.
—Gia, Sam estaba muy asustada, quiso hablarte pero no la escuchaste, dejaste de comer, estabas tensa…—bajó su tono de voz—creyó que hablar a la única persona que puede hacerte entrar en razón era la solución.
—Es que no entienden lo que hicieron, yo no quería que Isa se preocupara por mí.
—Agradece que tiene que trabajar y no puede venir, porque te hubiera sacado de los pelos de esa clínica—bromeó—así que, es preferible que hables conmigo y no enfrentarte a tu amiga que está estresada, hormonal y ahora, furiosa.
—Les pedí una sola cosa ¡UNA SOLA COSA!—peiné mi cabello—Era algo mío, no tenían porqué hablar de esto y menos a ella.

VOLTAJE ⚡ - Charles Leclerc | Antoine Griezmann Where stories live. Discover now