A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]

4.

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'Los rayos del sol ardiente chocaban contra su piel expuesta. El astro fue convirtiéndose poco a poco en un borrón en el cielo. El hambre y el agotamiento estaban tomando la delantera, pero la adrenalina era más fuerte que todo aquello.

Se concentró en los bajos edificios de piedra que había logrado alcanzar, tratando de obtener una imagen más clara de estos, aunque la claridad no le llegaba. La oscuridad estaba tragando lentamente su visión.

La chica parpadeó, pero la imagen permanecía inalterada. Sintió que el calor le atravesaba la piel de sus pies descalzos. Su mirada se desviaba hacia los lados con miedo.

Notó todos los rasguños y magulladuras que se había hecho. ¿Cómo había llegado hasta allí fuera? ¿Cómo había escapado? ¿Cómo...? Parecía demasiado real para ser un sueño, y la sensación de malestar en su estómago le hizo desear que todo fuera real.'

El cabello de Elena estaba bañado en sudor. El temblor de sus manos se había vuelto incontrolable. La vivacidad de aquella pesadilla había sido sin precedentes. Su cuerpo se sacudió en respuesta a un escalofrío.

Sus ojos escanearon la habitación y la cama en la que se encontraba, hasta que suspiró con calma; todo aquello no había sido más que una aterradora pesadilla, o más bien un recordatorio de lo que había vivido meses antes, el día en el que había logrado huir. 

Se respaldó contra el cabecero de la cama y acercó sus rodillas a su pecho. Necesitaba sentirse protegida. De qué, eso no lo sabía, pero urgía un sentimiento de seguridad.

'¿Por qué me dejaste?'

Se estremeció al oír una voz. La chica aguzó el oído, tratando de averiguar de dónde provenía. Quizá de detrás de la puerta, quizá de fuera, quizá del cuarto de baño o de debajo del colchón.

—Tomé una decisión.

Sin darse cuenta, se halló respondiendo a aquella voz de origen desconocido.

'Fuiste egoísta.'

—No tuve elección. 

Elena tocó su frente con la palma de su mano y notó un fuerte ardor. Se tapó los oídos para hacer que esa voz callara, pero fue en vano.

'Me has abandonado. Me has fallado. ¿Sabes en qué te convertirás?'

Sintió un leve aturdimiento y su visión se llenó de grandes manchas oscuras. Sacudió la cabeza con energía.

—No... ¡No!

El pánico fue apoderándose de todo su ser al darse cuenta de dónde provenía esa voz que le había estado hablando; era suya. Nunca había habido una segunda persona en esa habitación, nunca se había tratado de alguien desconocido que le estuviera hablando.