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Quizás es porque me sentí como en casa contigo, mucho antes de que me dejaras entrar

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Quizás es porque me sentí como en casa contigo, mucho antes de que me dejaras entrar.

ron israel

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EL FUEGO CREPITABA bajo el manto estrellado de la noche, iluminando el campamento de los mandalorianos. Pequeños grupos se habían congregado alrededor de las llamas. Algunos compartían conversaciones, mientras que otros se mantenían en silencio y miraban a los miembros de la otra tribu.

Elena y Grogu, al margen de las discusiones y algunas miradas de desconfianza entre las dos tribus, se habían sentado en un rincón cercano al fuego. La chica iba compartiendo con Grogu trozos de comida. Din tomó asiento junto a ellos y Elena le dirigió una sonrisa. 

Unas horas antes, ella había sentido la necesidad de buscar la compañía de Din bajo el resplandor de las estrellas, y él había extrañado esa cercanía. Ella había llegado a su vida con una fuerza absolutamente arrolladora, derribando las últimas murallas que había construido a su alrededor.

—¿Has podido comer? —le preguntó ella.

El mandaloriano le devolvió una respuesta con una inclinación de su cabeza. Su dedicación lo llevaba a menudo a descuidar su propio bienestar, y en muchas ocasiones, Elena le había instado a cuidarse más, a descansar adecuadamente y a no descuidar su alimentación. 

—Mandalorianos. Es hora de recuperar nuestro planeta natal. —Bo-Katan se había dirigido hacia el centro del campamento, donde todos los mandalorianos se habían reunido. El murmullo de las conversaciones se apagó gradualmente—. Aunque el planeta no esté maldito, todavía hay peligros. Especies durmientes se han despertado por los bombardeos. La interferencia magnética remanente hace imposible escanear la superficie fuera de la atmósfera. Y por eso propongo que abandonemos Nevarro y llevemos la flota a la órbita sobre Mandalore. Con una pequeña partida de reconocimiento, exploraremos la superficie, buscaremos lo que queda de la Gran Fragua y estableceremos un perímetro seguro. Solo entonces traeremos a los demás. —Bo-Katan hizo una pausa y miró a los mandalorianos presentes—. Necesito voluntarios de ambas tribus.

El campamento se sumió en un largo silencio. Algunos mandalorianos apartaron la mirada, como si tal propuesta fuera descabellada. La mirada de Bo-Katan se mantenía firme y decidida, pero su mandíbula se tensó al ver que nadie se decidía a hablar.

Din fue el primero en ponerse de pie y todas las miradas se posaron sobre él.

—Yo iré. Y Grogu y Elena también.

Ella se puso de pie junto a Din, sosteniendo a Grogu en sus brazos. No era mandaloriana, pero había jurado estar con él hasta el final, y sabía que esa decisión no cambiaría, aunque a veces todavía sentía el fantasma de las dudas acecharla. ¿Realmente pertenecía a ese mundo de guerreros mandalorianos? ¿Podría contribuir a una misión tan importante? 

A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]Where stories live. Discover now