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Mirando tus ojos comprendí que son el lugar más seguro que conozco

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Mirando tus ojos comprendí que son el lugar más seguro que conozco.

ron israel

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EL AGUA CALIENTE resbalaba por el cuerpo de la chica. Tomó el jabón y comenzó a frotarlo sobre su piel, sintiendo cómo la espuma cremosa se formaba. Las gotas seguían cayendo sobre su cabeza, deslizándose por su cabello y dejando una sensación de alivio en su cuero cabelludo. El sonido del agua cayendo creaba una especie de burbuja de tranquilidad a su alrededor.

Cuando hubo terminado, apagó el agua de la ducha y se envolvió en una toalla. Después, salió del refrescador y avanzó apenas unos pasos hacia la habitación contigua. La transición de la cálida ducha al ambiente más fresco del cuarto le hizo sentir un ligero escalofrío.

Su mirada se detuvo en una camiseta que pertenecía a Din, que estaba cuidadosamente doblada en uno de los estantes. Al dejar caer la toalla caer al suelo y deslizar la camiseta sobre su cuerpo, notó que la camiseta llevaba consigo el aroma sutil de Din, y aquello solo aumentó la sensación acogedora que le proporcionaba.

Pequeñas gotas caían sobre la camiseta y creaban manchas oscuras en los puntos donde el agua se había acumulado. Entre las prendas, también encontró unos pantalones oscuros de Din y, sin poder resistirse a la tentación, se los puso.

Una risa se escapó de sus labios mientras movía torpemente las piernas, tratando de encontrar una posición estable en medio de la tela excesiva. Los pantalones la rodeaban de manera cómica, con la cintura caída, y el exceso de tela formando pliegues a su alrededor.

Justo entonces, un inesperado carraspeo detrás de ella la hizo saltar, y su aliento se escapó en un pequeño jadeo de sorpresa. Se giró rápidamente hacia la fuente del sonido, solo para encontrarse con la figura del mandaloriano parada en la entrada de la habitación.

—¡Din! ¡Qué susto me has dado! —dijo ella, llevándose una mano al pecho—. Nunca te oigo llegar.

Él soltó una exhalación suave, apreciando su reacción, y se acercó un poco más. Su mirada dejaba entrever que encontraba divertida la situación.

—¿Qué estás haciendo?

Elena se acomodó los pantalones de Din con una mano, procurando que no se le cayeran, y se giró para mostrarle todos los ángulos. La camiseta, diseñada para el marco amplio y robusto de Din, colgaba holgadamente alrededor de sus hombros, y los pantalones, con su longitud y anchura exageradas, se agarraban torpemente a su cintura, amenazando con caerse en cualquier momento.

—Probándome tu ropa. ¿Cómo me queda?

Din la observó durante un momento, sus ojos recorriéndola y sus labios curvándose ligeramente en una sonrisa.

A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]Where stories live. Discover now