A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]

23.

Nunca terminaré de enamorarme de ti.

—nicole williams

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EN TATOOINE LES había esperado una larga y agotadora jornada. Habían vuelto en busca de un nuevo circuito de memoria para IG, pero no habían logrado encontrar uno. Peli les había ofrecido una alternativa, vendiéndoles a mitad de precio un astromecánico que, según Din, se caía a pedazos, pero que podría servirles en Mandalore.

Peli y Din habían pasado horas limpiando y reinstalando el puerto del droide en el N-1. La curiosidad de Elena la había impulsado a observar el proceso de reinstalación y hacer preguntas sobre cómo funcionaba todo. Una vez finalizada la instalación, la noche ya había caído.

—Qué bonitas eran esas luces en Tatooine. ¿Cómo has dicho que se llamaban?

Elena y Din habían dejado el planeta desértico atrás, pero ella no dejaba de volver a visualizar aquel hermoso espectáculo en su mente.

—Fuegos artificiales —contestó Din—. Son un espectáculo tradicional durante esa semana.

Al despegar de Tatooine, Elena había visto destellos de luces. La semana de Boonta Eve estaba en pleno apogeo y los fuegos artificiales iluminaban el cielo nocturno con sus vibrantes colores. Impresionada por la belleza de aquel espectáculo, ella no había podido contener su asombro.

A lo lejos, se podía ver el distante planeta de Mandalore, que destacaba por su aspecto y tamaño. Din había mantenido su sistema de comunicación activo todo el viaje, lo que le permitió a Elena escuchar sus palabras y sentirse parte de la conversación cuando él le habló a Grogu acerca de Mandalore.

La nave de Elena se adentró en la atmósfera del planeta después de la de Din, y la intensa lluvia la azotó con fuerza a medida que las sacudidas se volvían cada vez más violentas. El sonido metálico de crujidos llenaba la cabina, mezclándose con el sonido de los paneles de control parpadeando intermitente mente, era agobiante.

Elena se aferraba a sus controles, sintiendo cada vibración y temblando con cada sacudida; no se había esperado a que el descenso fuera tan agitado. La visibilidad se había reducido drásticamente, convirtiendo su entorno en una burbuja de nubes grises y gotas de agua.

Al final, logró atravesar las capas de la atmósfera y la nave comenzó a estabilizarse. Las sacudidas disminuyeron gradualmente y los paneles de control dejaron de centellear, indicando estabilidad. La lluvia se fue convirtiendo en finas gotas hasta desaparecer por completo. Elena aflojó su agarre en los controles.

—Las bombas de fusión de la Purga alteraron el campo magnético del planeta. Desde la superficie no podremos comunicarnos con nadie más allá de la atmósfera, así que hay que ir con cuidado. Aquí abajo, estamos aislados del resto de la galaxia.