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El sol brilla dentro de su pecho y la luna hace eco en sus ojos

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El sol brilla dentro de su pecho y la luna hace eco en sus ojos.

michaela leventis

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'ATENCIÓN, POR FAVOR. El vuelo directo 1-0-2-0 con destino a Tatooine está listo para embarcar en la puerta número uno. Se ruega que todos los pasajeros se dirijan a la zona de embarque.'

Din había reservado el siguiente vuelo comercial a Tatooine, ya que Peli le había asegurado que había encontrado un sustituto para su nave, destruida en Tython por fuerzas Imperiales.

Elena y él estaban a punto de subirse a la nave cuando una luz roja centelló a su derecha y emitió un agudo pitido.

—Disculpen, van a tener que dejar sus armas —les dijo un pequeño droide con voz mecánica.

—Soy mandaloriano —replicó Din—. Las armas forman parte de mi religión.

El droide, debido a su programación, se mantuvo impasible. 

—Lo siento, señor, pero no puede embarcar en un vuelo comercial si va armado. Si prefiere hablarlo con mi supervisor, puedo reservarle una plaza en el vuelo de mañana.

Elena le lanzó una mirada furtiva a Din que él captó de inmediato. Suspiró frustrado y tomó la tarjeta que le había extendido el droide.

—Está bien.

Insertó la tarjeta en el maletín y lo abrió, dentro del cual colocó meticulosamente todas sus armas, asegurándose de que estaban bien organizadas. Elena hizo lo mismo, aunque a diferencia de él, ella solo llevaba un simple bláster.

—Sé todo lo que he dejado —dijo Din, señalando al droide.

Este último asintió con su cabeza mecánica.

—Adelante.

Din y Elena continuaron su camino hacia la puerta de embarque y entraron en la nave que los llevaría hasta Tatooine. Ella se había sentado en el asiento que estaba junto a la ventana, que le ofrecía una vista completa del espacio que terminó de rodearlos cuando la nave se elevó de los suelos. 

—Nunca había estado en una nave así de grande—comentó Elena, fascinada por el tamaño y la magnitud de esta.

Desde su posición privilegiada, observó con gran atención cómo poco a poco iban dejando el Anillomundo atrás. La estación espacial fue reduciéndose de tamaño hasta convertirse en otro diminuto punto en medio del espacio.  

Ambos se sumieron en un silencio contemplativo durante la primera media hora, hasta que un joven que estaba en los asientos de delante captó la atención de ellos dos. El pasajero los saludó con la mano, a lo que Elena respondió con una amable sonrisa y devolviéndole también un saludo con la mano.

A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]Where stories live. Discover now