A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]

36.

Me encanta mirarte, que hasta siento que parpadeo menos.

—andrés ixtepan

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TRAS HABER ESCAPADO por poco a la caótica batalla, Elena y Grogu se habían separado del grupo principal para ir a buscar a Din por su cuenta. La chica avanzaba por los interminables pasillos de la base imperial con el niño a su lado y sosteniendo su bláster, lista para defenderse en caso de peligro. El sudor que resbalaba por su mano la incomodaba, pero dejó de centrarse en cualquier molestia física.

Elena escuchó el sonido característico de beskar chocando, seguido de disparos de blásters. Se detuvo y miró a Grogu, quien también parecía haber captado los ruidos. Los dos intercambiaron miradas y se guiaron por los sonidos. Los ruidos los llevaron por una serie de pasillos y esquinas, cada vez más cerca de la fuente del tumulto. La preocupación por Din aumentaba a medida que se aproximaban.

—Quédate detrás de mí —le dijo ella a Grogu en voz baja.

Los dos caminaron rápidamente por el pasillo contiguo, en el que lograron encontrar el origen de los ruidos. Din estaba en el suelo, con un imperial de pie detrás que estaba tirando de él con una cuerda, restringiendo sus movimientos.

Grogu ya había comenzado a actuar, empleando la mano del droide IG-12 que pilotaba para desarmar al imperial. Elena apuntó con su bláster hacia el cuello descubierto del soldado, consciente de que esa era su mejor oportunidad para incapacitarlo. Se obligó a mantener la calma y disparó, dejándolo fuera de combate. 

Grogu hizo que el droide que controlaba se arrodillara frente a Din y comenzó a aplicarle bacta encima. Sin embargo, Din aseguró que estaba bien, y Elena y el niño lo ayudaron a levantarse. Grogu le quitó la cuerda que mantenía atadas sus muñecas.

—Gracias por la ayuda —les dijo Din.

—Tuvimos tanto miedo cuando te vimos del otro lado y aparecieron los imperiales... —Las palabras de Elena se detuvieron por un momento y tomó una profunda inspiración. Puso brevemente una mano en el plastrón de Din y él ladeó la cabeza—. Después te llevaron y... temí lo peor. Menos mal que estás bien.

El pequeño hizo unos sonidos, como si también quisiera expresar su alivio.

—Grogu, necesito que seas valiente por mí, ¿vale? —habló Din, dirigiendo su mirada hacia él. Lo que dijo a continuación fue tanto para el niño como para Elena—. No podemos seguir huyendo. Si no eliminamos al Moff Gideon, esto no se acabará nunca. ¿Estáis conmigo?

Din había estado enseñando y entrenando a Grogu durante meses, pero siempre había intentado hacer todo lo posible para asegurarse de que estuviera protegido y no participara de manera directa en ningún combate. Al principio, había procurado hacer lo mismo con Elena, pero a menudo los impulsos de ella la habían llevado a involucrarse en situaciones peligrosas por voluntad propia.