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Nos quedamos allí, mirándonos, sin decir nada

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Nos quedamos allí, mirándonos, sin decir nada. Pero era el tipo de nada que significaba todo.

jenny han

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CON EL PASO de los días, los mandalorianos fueron estableciendo una presencia sólida y duradera en Nevarro. Montaron estructuras provisionales que se adaptaban a su estilo de vida, hechas de materiales resistentes y ligeros, permitiendo su fácil montaje y desmontaje según las necesidades de todos. Había divisiones separadas para dormir, el almacenamiento y espacios comunes.

Elena y Din también se involucraron activamente. Ella, en particular, tenía un deseo ferviente de sentirse útil y de aprender a través de su participación. Siempre ofrecía su ayuda en cualquier tarea que surgiera y se dedicaba con empeño a cada trabajo que realizaba.

—Mis pies me están matando —se quejó ella, soltando un suspiro.

Din la miraba apoyado desde el rincón de una mesa mientras que la actividad del campamento continuaba a su alrededor.

—No deberías exigirte tanto.

El sol estaba en su punto más alto en el cielo. Las estructuras del asentamiento proporcionaban sombra en algunos lugares, y Elena había buscado cobijo cerca de ellas. Se había acomodado en una posición para encontrar alivio para sus pies cansados, con la espalda apoyada en el suelo y las piernas elevadas y dobladas encima de una mesa, formando un ángulo recto. 

—Me he estado preguntando... ¿Por qué Bo-Katan se puede quitar el casco ahora? Por más que intento entenderlo, no lo consigo. Si es por su capacidad de liderazgo, te podrían haber escogido a ti también.

Sus palabras salieron con un ligero tono de desilusión. Elena no había podido evitar cuestionar el por qué a Bo-Katan se le había concedido la libertad de quitarse el casco, mientras que a Din no se le había dado ese privilegio. 

—Necesitamos a alguien para unificar y fortalecer a nuestro pueblo en un momento en el que nuestra cultura se ha fragmentado. Mi camino como mandaloriano ha sido diferente. No busco el reconocimiento de liderazgo.

Elena se permitió cerrar los ojos un momento. 

Bo-Katan era leal al Camino, había puesto su vida en peligro para salvar a un niño expósito y había demostrado ser una experta militar. Además, había vivido con los Hijos de la Guardia un tiempo, pero también se había quitado el casco durante muchos años. 

En el fondo, Elena veía que Bo-Katan era la persona perfecta para llegar a todas las tribus mandalorianas y mostrar que había diferentes maneras de seguir el Camino, pero una parte de ella hubiera preferido que hubieran elegido a Din. 

El preguntarse cómo sería poder ver el rostro de Din nuevamente era un pensamiento recurrente en su mente. Aunque entendía y respetaba las razones detrás de la decisión de Din, no podía mentirse a sí misma.

A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora