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Estoy contigo. No importa lo que tengas en la cabeza, estoy contigo y te quiero.

ernest hemingway

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ELENA CONTEMPLÓ SU reflejo en el espejo. Habían pasado muchos meses desde que se había cortado el pelo por última vez, pero había sentido que esa tarde había sido el momento adecuado para hacerlo de nuevo.

El cabello le llegaba justo al nivel de su babilla, cayendo en suaves ondas alrededor de su rostro. Estaba viendo una versión de sí misma que nunca había visto antes, y no era únicamente por el nuevo corte. Ya no se veía frágil y delgada como solía ser. Se sentía como una persona completamente renovada.

Jugó con su nuevo corte de cabello, moviendo los mechones, y comenzó a hacer algunas muecas cómicas. Frunció los labios y torció la boca, simulando una mueca de disgusto de manera caricaturesca. Siguió con otra mueca, esta vez inflando las mejillas.

Recordando que les había pedido a Din y a Grogu que la esperaran en la sala de estar con los ojos cerrados, Elena tomó una última mirada a su reflejo en el espejo. Estaba emocionada por la sorpresa que les tenía preparada y nerviosa por ver sus reacciones. Antes de salir del refrescador, se pasó las manos por el vestido que le había regalado Karga. La tela era fresca y cómoda, y el ajuste del vestido era perfecto. 

Con una sonrisa de anticipación, la chica se colocó delante de Din y Grogu. Aunque Din llevaba su casco, Elena confiaba en que tenía los ojos cerrados, permitiéndole a ella mantener la sorpresa intacta.

—Oye, Grogu, ¡pequeño tramposo! ¡Eso no vale! —exclamó, notando que el niño tenía sus ojos curiosamente abiertos—. Pues Din, supongo que ahora puedes abrirlos tú también.

Grogu soltó un pequeño chirrido. Din, por su parte, permaneció en silencio, claramente embelesado por lo que estaba viendo. Ella sonreía con nerviosismo mientras sus ojos brillaban con la expectativa de lo que él diría al respecto, y se colocó el sombrero que Din le había regalado días atrás como toque final.

—¿Qué os parece?

Dio una vuelta para mostrar su atuendo y la falda del vestido se alzó ligeramente con su movimiento. Era una imagen que Din no podía apartar de sus ojos. 

Él no dejaba de mirar su rostro sonriente, sus curvas, y la forma en que se veía toda entera. Su pelo corto, peinado detrás de las orejas, resaltaba sus rasgos faciales. El vestido, ajustado a la cintura y al pecho, enfatizaba su silueta, y el escote dejaba ver la curva de su cuello y clavículas. 

—Te ves... —La voz del mandaloriano, normalmente firme y serena, se volvió un susurro—. Perfecta. 

Un suspiro se escapó involuntariamente de los labios de Din. No había una palabra que pudiera capturar completamente lo que estaba viendo, pero "perfecta" era lo más cercano que podía encontrar para expresar lo que sentía.

A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]Where stories live. Discover now