42. [FINAL]

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De nadie seré, solo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas y mi corazón deje de latir.

pablo neruda

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LAS RESPIRACIONES TRANQUILAS y regulares de ambos llenaban el espacio, creando una cadencia relajante. Tumbados sobre sus espaldas, una fina sábana los cubría. No había contacto físico más allá de sus manos entrelazadas, pero los dos encontraban en esa sencilla posición todo lo que necesitaban.

Elena se perdía en sus pensamientos mientras observaba el techo. La quietud le permitía reflexionar en silencio, lo que había hecho que un interrogante emergiera en su mente con fuerza.

—¿Crees que seré una buena madre para Grogu?

Cuando pronunció su pregunta en voz baja, un suave crujido de sábanas la hicieron percatarse de que Din había girado la cabeza hacia ella. Se trataba de una inquietud que había estado rondando en su mente desde que habían comenzado a construir su vida los tres juntos.

—¿Por qué esa pregunta?

Elena mantuvo su mirada fija en el techo, pero la sensación de la mirada de Din sobre ella era tangible. Suspiró antes de responder.

—Es solo que... nunca imaginé que llegaría a estar en esta posición. Pero quiero hacerlo bien, Din. Quiero ser para él lo que yo nunca tuve.

Din la miró con intensidad, captando cada matiz de su expresión. Él mismo había llegado a tener algo que nunca imaginó tener: una familia, un propósito que iba más allá de su vida como cazarrecompensas solitario. Por esa razón, entendía lo que ella sentía, ya que se había enfrentado también a esos temores.

El mandaloriano se encontraba en un estado perpetuo de asombro siempre que los veía a Grogu y a ella juntos. A veces podía ser demasiado crítica consigo misma, pero Din veía la perfección en la forma en que cuidaba de Grogu. Era como si el corazón de la chica hubiera estado preparado para ese momento durante mucho tiempo. Y cuando la escuchaba hablar de sus inseguridades, Din sentía la necesidad de asegurarle cuán asombrosa era. No necesitaba expresar sus pensamientos empleando palabras rebuscadas.

—No tienes nada de qué dudar. Estás haciendo un buen trabajo, y sé que eres lo que Grogu necesita.

Al girar su cabeza para encontrar la mirada de Din, Elena se sintió inmediatamente comprendida. Una sonrisa se curvó en las comisuras de sus labios, pero fue en sus ojos donde la verdadera sonrisa floreció. El apretón que ella le dio en la mano fue una respuesta silenciosa, una forma de agradecerle, y se acurrucó contra él.

A través de la galaxia || The Mandalorian [Libro II]Where stories live. Discover now