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15 junio de 2019

Oh, genial, se me ha apagado el motor del coche.

Me bajé de mal humor del coche mientras encendía una linterna para poder ver, ya que la oscuridad se hace notar a estas horas de la madrugada.
Cuando llegué al capó del coche, abrí la tapa de este, y una enorme cantidad de humo me llegó de lleno a la cara. Tosí.

-No me jodas...

Encendí el móvil de nuevo y abrí Google Maps para saber dónde coño estaba, porque por lo que veo, estoy en medio de la nada.

Cuando abrí la aplicación me indicaba que estaba en las afueras de una ciudad llamada Woking.
Pero yo no tengo que estar aquí, mi plan era llegar a Londres. Pero al parecer el destino hoy no está de mi lado y ha querido que se me estropee el motor en medio de la nada.

Yo necesitaba llegar a Londres, para algo me he marchado de España. Para empezar de nuevo aquí, lejos de todos.

Debería de llamar a una grúa, pero claro, dudo que las hayan disponibles a las 3 de la mañana.

No puede estar pasándome esto a mí.

De echo sí.

Cállate consciencia.

A unos pocos metros pude observar una vía de servicio. Oh dios mío, ¿cómo no la había visto antes? Oficialmente me estoy quedando ciega.

Pero claro, ¿cómo voy a acercarme hasta allá con el coche parado en medio de la carretera?

A ver, sinceramente, no creo que alguien pase por aquí a estas horas, se ve muy vacío. Pero aún así no me causa mucha confianza.
Aunque no puedo hacer nada, está claro que yo no tengo la fuerza suficiente como para mover de aquí el coche, a si que tendré que entrar a la vía de servicio a comprar algo de comer, dormir aquí y mañana ya llamaré a una grúa.

Sí, eso haré.

Cerré el capó y las puertas del coche, me coloqué el bolso y caminé unos 100 metros, donde se encontraba la vía de servicio, que en realidad era una vieja gasolinera con una pequeña tienda.

Abrí la puerta y el sonido de una campana me hizo dar un pequeño salto en mi sitio.

-Buenas noches. -saludé a la anciana que se encontraba medio dormida en la caja, no me correspondió el saludo.

Que maja.

Sinceramente, me esperaba que nadie más estuviese en este lugar. Ya que parece estar en el rincón olvidado del mundo. Pero para mi sorpresa, dos chicos algo más mayores que yo se encontraban peleando al final de la tienda por quien se llevaba el último paquete de M&M.

-Carlos no seas idiota y dame ese paquete. -un chico castaño de ojos verdes, aparentemente más jóven que el otro, le tendía la mano esperando que su amigo le diese la bolsa.

-Estás loco si crees que voy a dártelo. Es mí tesoro. -dijo el de ojos marrones, que al parecer se llamaba Carlos mientras recalcaba la palabra "mí".

-Agh, como quieras.. Eres un cabezota.

Sonreí al ver la tonta discusión.
Parecían muy metidos en su mundo, ya que parecían no percatarse de mi presencia. O al menos eso creí, hasta que el de ojos verdes me vió y le dió un codazo a su amigo para que me viese.
Parecían sorprendidos al ver a una persona sola por aquí a estas horas. Sobretodo a una chica.

-Hola, emm... -empecé- ¿Sabéis si hay grúas disponibles a estas horas que puedan llegar hasta aquí? -pregunté tímida.

Estas cosas solo me pasan a mí.

-¿Grúas? -preguntó extrañado el de ojos claros, asentí- En invierno hay disponibles las 24 horas del día, pero ahora en Junio hasta las 6 de la mañana no está permitido llamar.

-Joder, vaya mierda. -me quejé- A dormir en el coche entonces.. -esto último lo dije susurrando, aunque el que al parecer se llamaba Carlos me escuchó.

-¿Cómo dices? Estarás de broma.

-Ojalá. -bufé- Iba hacia Londres, pero se me ha apagado el motor. Ahora tengo el coche en medio de la carretera.

-No jodas, no puede ser.. Si quieres podemos ayudarte. -me sonrió el chico de ojos verdes- Soy Charles Leclerc, y este de aquí es Carlos Sainz.

Un segundo. Ya sé de que me sonaban estos dos, son pilotos de Fórmula 1 si no recuerdo mal. No puede ser. Vaya noche

-Perdón por la pregunta, ¿pero sois los pilotos?

-En carne y hueso. -me guiñó el ojo Carlos, reí.

-¿Podemos hacer algo para ayudarte? -me preguntó Charles- No puedes quedarte a dormir en el coche, es bastante peligroso.

-Sería muy amable, pero no sé qué podemos hacer, a estas horas no hay grúas.

-Bueno.. -dijo Carlos- En realidad sí podemos hacer algo. -Charles y yo le miramos para que continuase- De algo sirve nuestro nombre, si decimos que somos Carlos Sainz y Charles Leclerc probablemente traigan la grúa.

No pude evitar que me hiciese gracia. No es normal ver a un famoso usar su nombre para algo.

-No solemos hacer esto mucho, pero Carlos tiene razón, es una buena idea. -dijo el de ojos verdes.

-¿Estáis seguros que no os molesta? Estaréis cansados después de la carrera.

-Tranquila, no nos molesta. Hemos estado días sin dormir. -confesó Charles, pero aún así no seguía convencida del todo. Además, ellos podrían ayudarme con el coche, ¿pero qué pasaría conmigo? necesitaba un sitio para dormir.

Charles pareció poder leer mi mente, a si que añadió:

-Y hasta podrías venir con nosotros a Woking. Puedes quedarte en mi casa hasta que encuentres algún lugar en... Londres, ¿verdad? -asentí.

-Muchas gracias chicos, de verdad no sé cómo agradecéroslo. -confesé tímida.

-No tienes que hacerlo, solamente no le digas a nadie esto. La prensa se volvería loca si ven que vas a la casa del guapisimo y sexy Charles Leclerc. -bromeó Carlos, Charles le dió un codazo, el español se quejó.

Y de momento me estaban cayendo genial.

Después de esto, los dos chicos se alejaron unos metros de mí para hablar entre ellos. Y gracias a esto pude darme el lujo de darles un pequeño repaso a cada uno.

Ambos eran muy guapos a decir verdad, Carlos tenía unos ojos marrones grandes preciosos con unas pequeñas largas. Era alto y fuerte, un español en su mayor esplendor.
Pero Charles no me permitía dejar de fijarme más en él. Tenía unos ojos grandes verdes preciosos, y una sonrisa que no había pasado desapercibida desde la primera vez que la había presenciado.

Este último, sacándome de mis pensamientos, se acercó a mí sonriente.

-Carlos ha ido a hablar con el taller para que vayan a por tu coche. -comentó- Estate tranquila, cuando arreglemos un poco esto podrás irte.

-Muchas gracias por todo, enserio. No se qué iba a hacer si no hubieseis aparecido. Estaba en un lío. -reí.

-Y que lo digas.

Carlos fué acercándose a nosotros con una sonrisa triunfante, para luego decir:

-Creo que debería de acostumbrarme a esto de usar mi nombre. -bromeó.

Y dicho esto, Carlos, Charles y yo subimos a su coche rumbo a Woking.

Sin saber que a partir de este día, mi vida solo acababa de comenzar.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄWhere stories live. Discover now