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28 de julio de 2019.

Charles Leclerc

Ya era domingo de carrera, y el ambiente en el circuito alemán era más que obvio. Los gritos de los aficionados, la música a máximo volumen y los ingenieros martillandome la cabeza con órdenes y advertencias también lo dejaban bastante claro.

Mis nervios eran bastante notorios en mi cara, estaba pálido y sudando.
No había sido una buena posición para Ferrari en la clasificación, en lo absoluto.

Yo empezaría en 7° lugar y Sebastian en 6°. Un puesto que, para otras escuderías no estaría nada mal, pero para Ferrari era catastrófico.

Nadie tenía muchas esperanzas de ver a un coche rojo en el podio, pero aún así miles de mensajes de apoyo inundaban mis redes sociales.

Los ignoré todos cuando una notificación de Jessica apareció en la parte posterior de mi pantalla.

@jessicagarcía

-"Leclerc, estoy afuera del taller, ven rápido antes de que empiece la carrera."

No tardé nada en contestar.

-Marchando, ma chére.

Salí rápidamente del taller donde los ingenieros estaban como locos corriendo de un lado a otro mientras preparaban el coche asegurandose de que no hubiese ningún fallo. Tan solo quedaban minutos para que comenzase el premio.

-¡Charles! -una dulce voz con un acento español me llamó a lo lejos.

Cuando la localicé, le di un repaso de arriba-abajo. Llevaba una camiseta ajustada y sin mangas blanca a juego con un collar del mismo color, unos pantalones cargo de un color grisáceo casi negro y una gorra de la escudería roja.

-Me gusta como te queda esa gorra. -dije mientras le daba un pequeño golpecito con los nudillos en ella.

-Gracias.

-¿Por qué no entras? Los invitados especiales pueden estar dentro, no hace falta que vayas a las gradas.

-Pero no me conoce nadie. Tal vez no me dejan estar allí.

-Que más da, eres mi acompañante, no pueden decirte nada. -dije mientras la llevaba conmigo al taller de Ferrari.

O eso pensaba.

Hasta que otra persona también la tomó de la mano y la soltó de mí agarre.

Un piloto vestido de negro y amarillo le sonreía a mi española encantado.

-Te estaba buscando por todos lados, enana. -dijo riendo- ¿Nos vamos ya? Está a punto de comenzar la carrera. -le dijo, pero cuando vio que era yo de quién estaba acompañada cambió de tema.- Oh, hola Charles. ¿Puedo llevármela? Antes quedamos en que vendría con nosotros a ver la carrera.

Jessica al escuchar a Daniel decir aquello pareció recordar la conversación y me miró con las mejillas un poco rosas, supongo que debido a la vergüenza de no haberlo recordado.

-Charles... Lo siento, no me acordaba. Daniel y yo.. -no le dejé terminar de hablar.

-Da igual, no te preocupes.

-¿Seguro? -preguntó un poco más preocupada.

Asentí.

-¡Perfecto! -exclamó el australiano mientras daba una palmada y luego cogía a Jessica de la mano y ella me miraba triste- Nos vemos, Leclerc. Buena suerte.

No le escuché. Yo simplemente me quedé viendo cómo se la llevaba a ella.

Aunque, tal vez debería haberle escuchado.

[...]

El himno australiano retumbaba por el circuito de Alemania, y Daniel Ricciardo sonreía ampliamente a los fanáticos mientras una rebeldes lágrimas resbalaban por sus mejillas.

Tras una excelente carrera consiguió quedar primero seguido de Lewis Hamilton. Y por suerte para Ferrari, Sebastian Vettel se encontraba tercero corriendo en su casa.

Para mí no había sido una muy buena carrera, un fallo en la 6° vuelta en el motor me obligó a abandonar.

Desde los boxes de Ferrari, observaba como los tres mejores posicionados abrían sus botellas de champagne y celebraban al máximo con sus botellas.
Pero hubo un movimiento que hizo aumentar mis ganas de estamparle a Daniel Ricciardo la botella de vidrio que tenía en las manos en su cabeza.

Jessica estaba junto los ingenieros del equipo del australiano celebrando con ellos. Y el piloto le dedicó un guiño desde lo alto del podio.

La vena de mi cuello aumentaba.

Pero unas palmadas en mi espalda hicieron calmarme.

-Relajate, hijo. -me sonrió nada más y nada menos que Fernando Alonso mientras pasaba por mi lado.

Yo simplemente asentí y esperé a las entrevistas que les hacían a los pilotos después de la celebración en el podio.

Empezaron por Sebastian, y después de comentar algunas cosas sobre su carrera y algunos fallos sobre el motor de mi coche, siguieron con Lewis para acabar con un feliz Daniel que se acercaba al entrevistador con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Vaya carrera, Daniel! -exclamó el periodista- Debes de sentirte extremadamente orgulloso de tí mismo por el resultado que has obtenido.

-Lo estoy. De echo, hacia bastante tiempo que no ganaba una carrera y, que haya sido así me llena de felicidad, completamente.

-Y dinos Daniel, ¿has tenido algún amuleto de la suerte o algo que creas que te haya podido ayudar? -preguntó sonriente el hombre.

-Pues, -el australiano se lo pensó unos segundos, pero luego encontró los ojos de mi chica a lo lejos y volvió a mirar a la cámara- en realidad si lo tuve. Una persona ha estado acompañándome durante la carrera y tal vez me ha hecho obtener la victoria y tener este trofeo conmigo. -sonrió.

Yo solo sentí una oleada de impotencia correr por mis venas, y una lágrima escapar de mis ojos.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄWhere stories live. Discover now