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Daniel

Me levanté con un terrible dolor de cabeza. Todo daba vueltas. Mis ojos pesaban y no sentía mis párpados, y para colmo, sentía como mi cabeza explotaría en cuestión de segundos.

Giré mi cuerpo sobre la cama, que por cierto, no era la mía, y vi a Jessica dentro de esta.

Un momento.

Jessica.

¿Qué mierda pasó ayer?

-¿Jessica?.. -pregunté algo avergonzado, esta se giró a verme.

-Oh Daniel, ya te has despertado. Duermes mucho, ¿sabes? -rió un poco- ¿Cómo estás? -preguntó ahora algo más preocupada.

-¿Qué pasó ayer? -solté de golpe- Quiero decir, -rectifiqué- yo estoy bien.

-Me alegro. -repondió con su bonita sonrisa.- Simplemente habías bebido demasiado y Charles no quiso que fueses en ese estado a casa a si que te dejó quedarte. -explicó- Y has tenido suerte de no haberte despertado en el sofá, porque Charles tenía planeado dejarte allí, pero le convencí de que vinieses aquí.

No sé por qué motivo Charles no querría que durmiese con ella, pero bueno, le agradezco haberme dejado su cama.

-Muchas gracias, Jessica. Eres la responsable de que mis huesos no hayan acabado rotos por culpa de ese asqueroso sofá. -bromeé mientras la abrazaba.

Pero tan rápido como nos abrazamos, nos separamos cuando se abrió la puerta. Pero al parecer la persona que acababa de llegar nos había visto pegados.

Charles nos miró a ambos. Deteniéndose en mí por último.

-Bajar abajo. -anunció en un tono demasiado borde.

¿Y a este qué coño le ha picado?

Antes de salir de la habitación para ir tras Charles le di una mirada a Jessica, quién ya estaba despierta.

-Ve. No se qué le pasa.

Me dijo, yo le hice caso.

Salí rápidamente de la habitación en la que dormía Jessica y seguí a mi amigo hasta la cocina.

Cuando llegué lo vi frente la enorme isla de mármol blanco preparando un café.

-Oye, hermano.. -empecé, Charles se giró- ¿Todo bien?

-Sí. -contestó- Claro que sí.

-Oh, -dije sorprendido - esque a Jessica y a mí nos había dado la sensación de que estabas raro, no sé, como muy serio. Probablemente haya sido cosa nuestra. -dije ya más relajado. El ambiente ya no era tan denso.

-Seguramente. -rió.

Charles

No se qué me pasa. Sólo se estaban abrazando, ¿no?

Pues claro que sí, idiota.

Después de haber entrado a la habitación y soltar esas palabras de aquellas maneras fui completamente consciente de la gilipollez que acababa de hacer.

Al no saber cómo actuar después de eso y ver sus caras sorprendidas, simplemente salí casi corriendo de la habitación y fui a prepararme un café a la cocina, creo que todo esto me pasa por no haber dormido últimamente.

¿Me molestaba?

¿Me molestaba el hecho de verlos juntos?

No.

Claro que no, Charles.

-Bueno, Char-char. -me llamó por el apodo que él mismo me puso y que él mismo sabe que odio- Yo me voy a casa ya. Creo que ahora sí estoy lo suficientemente cuerdo para agarrar un volante. -bromeó.

-Vale, pero intenta no atropellar a alguien. -le seguí el juego.

-¡No prometo nada! -dijo justo antes de salir por la puerta principal.

Este idiota no cambiaría nunca.

Justo después, mi vista captó a una chica de ojos marrones que conocía bastante bien bajar las escaleras.

-Buenos días. -sonrió.

-Buenos días. -le correspondí el saludo- Perdón si he sido un poco borde antes. No he dormido bien.

-No te preocupes, suele pasarme. No dormir hace que tenga una mala leche de la ostia. -rió.

Me encanta el acento español, aunque mejor no debería decírselo, sería raro.

-Me encanta tu acento español.

Joder.

-¿Sí?

-Sí.

-Gracias. -sonrió, y creí sentir un cosquilleo en el abdomen- No tengo nada que hacer hoy, ¿quieres ir a dar una vuelta? -propuso.

La verdad es que los chicos y yo teníamos pensado volver a nuestras casas en Mónaco. Ya que era donde habitualmente vivíamos, no en Woking.
Simplemente vinimos de vacaciones y tuvimos la suerte de coincidir con Jessica.

-Tengo que hacer las maletas, a si que supongo que no podré. -en cuanto mencioné la palabra "maleta", Jessica se giró a verme con el ceño fruncido.

-¿Cómo que maletas? ¿Te vas? -preguntó en tono triste.

-Sí.. -contesté- ¿Te acuerdas que te dije que nosotros vivíamos en Mónaco? -ella asintió- Pues pensábamos volver todos hoy. El vuelo sale por la noche. Llegaremos a Mónaco por la mañana.

Tal vez era demasiado tarde para haberle dicho esto. Quizá con un poco de tiempo no le hubiese tomado tan de sorpresa.

Después de haberle confesado eso se me quedó mirándome algo triste, y con un brillo en los ojos que la delataba.

Ella quería saber algo.

-Y.. -le costó encontrar las palabras- ¿Qué haré yo?

No me costó mucho contestar.

-Vendrás conmigo. -me di cuenta de lo que había dicho y rectifiqué.- Con nosotros.

Y como si yo fuese un adivino pareció ser esa la respuesta que buscaba, ya que sus ojos se tranquilizaron.

-Claro, si quieres. -añadí debido a su silencio.

-¿Podría?

-Yo no le veo problema.

-Muchas gracias, Charles. De nuevo. -me permitió ver sus hoyuelos.

-No hay de qué. -sonreí de vuelta mostrando los míos también.

-Aunque tengo una condición. -vaciló mientras me señalaba con el dedo índice- Esta vez me pago yo el alojamiento. No voy a dejarte que me pagues todo como si no tuviese un par de bonitas manos para trabajar.

-Quisieras.

-No me retes, Leclerc. Puedo ganarme las cosas yo solita. -dijo algo enfadada.

Me gusta molestarla.

-No lo pongo en duda, ma chére.

También me gustaba llamarla así.

-Te lo repito de nuevo..-comenzó- Me estás ayudando muchísimo, y creo que es algo que te voy a tener que agradecer siempre aunque mi orgullo no me lo permita. Probablemente sin tí me hubiese quedado sola en la vía de servicio del otro día, y ahora quieres llevarme a Mónaco. Realmente eres más que una cara bonita, Leclerc.

Y creo que tal vez, también me gusta ella.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄWhere stories live. Discover now