26

713 39 43
                                    

Charles

Salí de la cafetería con los ojos inundados de lágrimas. Ella sabe que soy una persona muy orgullosa, y he ido hasta ella para intentar arreglar las cosas con ella.

Porque joder, yo la quiero.

Y ella lo único que hace es irse con Daniel.

¿Cómo voy a arreglar las cosas si ella no pone de su parte? Porque se me están yendo las ganas.

Salí del edificio con los ojos llorosos y llegué al parking. El coche de Sebastian, que antes estaba al lado de mi Ferrari había desaparecido, al igual que él antes.

Idiota.

Pensé en coger mi coche y dar una vuelta por Monaco con él, pero me vendría mejor dar una vuelta por la ciudad. Me va a venir bien que me de un poco el aire.

Normalmente, en situaciones como estas suelo ir por mi barrio, pero ahora sinceramente no me apetece caminar por allí, Jessica vive en mi mismo barrio y no quiero econtrármela dándose cariñitos con Daniel enfrente mío.

Me puse los auriculares y caminé por mi ciudad. Amo Mónaco con mi vida, siempre lo diré. Y me siento super afortunado por ser de aquí. Me encontré a algunos fans por la calle que me pidieron algunas fotos.

En estos momentos agradecía a mi cuñada Silvia por comprarme estas gafas, las que estaba usando ahora. Ya que en el momento de sacarme las fotos con los fans, estos no se dieron cuenta de mis ojos llorosos tras las gafas.

Al menos eso pensé hasta que le firmé un autógrafo a una niña de unos 5 años.

La niña me dió su pequeña gorra de Ferrari para que se la firmase, y yo la tomé encantado. Mientras le firmaba la gorra, la miré de reojo y noté que me miraba con el ceño fruncido y la cabecita de lado.

-Ten. -le dije sonriendo mientras le devolvía su gorra.

La niña la tomó sin problemas, pero no se movió de su sitio y simplemente se acercó un poco más a mi.

-¿Estás bien, Charles? -me preguntó preocupada- Mamá me dice que a las personas que tienen los ojos apagados les han hecho daño. 

Me sorprendí por lo que dijo, pero me acerqué a su oidó para que nadie mas nos oyese.

-No. No estoy bien, pero no pasa nada. Nadie está bien todos los días. -susurré- Este será nuestro secreto, ¿prometes no decirselo a nadie? -le tendí el dedo meñique para hacer una promesa.

-Lo prometo. -unió su dedo meñique con el mío.


[...]

Jessica 

Me levanté de la cama con unas ojeras terribles. Anoche después de las reuniones y mi para nada agradable encuentro con Charles; Daniel y yo fuimos a casa del australiano a ver una serie.

Me lo pasé genial a decir verdad. Daniel era un chico maravilloso, y podría decir que es todo lo que busco en un chico. Amable, empático, cariñoso, gracioso...

Es perfecto

Sobre esto lo hablamos ayer, Daniel me comentó sobre empezar a salir, ya que yo le pregunté que qué teníamos. Yo le dije que cuando tuviese clara la respuesta se la daría sin problemas. 

Y volviendo a mi vida real. Que no es que Daniel y Charles no lo fueran, pero yo tambien tengo mi rutina. Además, de alguna forma tengo que pagar este apartamento.

Fuí a vestirme con una camiseta blanca básica y mis vaqueros azules, ya que era lo que debía ponerme para trabajar. Luego encima iría el delantal y la gorra, pero eso ya lo sabéis.

Es gracioso, soy casi novia del piloto de Fórmula 1, Daniel Ricciardo, y trabajo en una cafetería. Supongo que no me queda otra, estoy segura que no podría vivir de las redes sociales solamente. Aunque si soy sincera, ser influencer había sido algo que siempre me había gustado. El mundo de las redes sociales me fascina, todo lo que sea aconsejar a las personas, compartir con ellos tu vida y todas esas cosas me emocionan demasiado.

Pero seamos realistas, con eso no me daría para nada. A si que, volviendo al tema, que me enrollo mucho, me voy ya a la cafetería porque voy a llegar tarde.

[...]

Cuando llegué a la cafetería, me dí cuenta de que esta estaba vacía, a si que supongo que me tocaba prepararlo todo a mí. Bajé las sillas que estaban colocadas del revés sobre las mesas, y cuando tenía una en brazos para dejarla en el suelo como al resto, la puerta del local se abrió de golpe, asustándome, y por ende haciéndome soltar la silla sobre mis pies.

-¡Mierda! -maldecí mientras sujetaba mi tobillo entre mis manos tirada en el suelo.

-¡BUENOS DÍAS MÓNACO! -gritó Lucca sonriendo mientras abría los brazos como si le hablara a un público que claramente no existía.- Cómo me gustan las mañanas felices. -suspiró emobabdo y luego me miró en el suelo, y cambió su cara a una de sorpresa.- ¿Pero que te ha pasado, corazón?

-Te voy a matar. -dije mientras me levantaba.

-¿A mí? ¿Yo que he hecho? -después de unos segundos pensando, abrió los ojos dándose cuenta de que él me había asustado.- Ups.

-Verás... -susurré mientras empezaba a perseguirle por todo el local.

Y así eran todas las mañanas de trabajo. Las echaba de menos. Lucca y Francis eran como mi pequeña familia. Pero todo se venía abajo cuando recordaba los apellidos de la mujer.

-¿Qué os ocurre ahora mis niños? -preguntó la anciana sonriendo cuando entró al local.

-Buenos días, Francis. -me olvidé de Lucca y llegué hasta la mujer que me miraba con los brazos extendidos y le di un abrazo.

-Me quiere matar. Está loca, jefa. -dijo hiperventilando el italiano.

-Eres un vago.

-No.

-Sí.

-No.

-Callaros, pesados. -nos interrumpió Francis rodando los ojos.- Sois como dos críos.

-Y usted es co...

-Cállate si no quieres que te despida. -le recomendé a mi amigo.

Cuando empezaron a venir clientes, Lucca fué a atenderles ya que yo le había pedido unos minutos para ir a por botes de nata al almacén de la cafetería ya que una cliente me había pedido y no quedaba.

Justo antes de llegar al cuarto donde habían más botes de nata, pasé por la pequeña sala en la que solíamos pasar las tardes después de cerrar la tienda y luego irnos a casa.

En uno de los sillones, vi a Francis sentada. Pero no parecía la misma Francis de siempre, la típica Francis vacilante y bromista, sino una Francis cansada.

Su semblante estaba decaído, sus ojos apagados, piel pálida y dos grandes ojeras. No pintaba bien.

-¿Francis? -pregunté preocupada mientras entraba a la sala con ella y me sentaba a su lado en el sofá.

Ella al verme cambió su expresión y trató de poner una sonrisa en su cara.

No le salió bien.

-¿Te encuentras bien?

-Claro que sí, hija. Será cansancio. Ya sabes, hacer grandes viajes para ver a tu querido nieto está muy bien. Pero estoy algo mayor.

Casi la creí, hasta que la ví colocar su palma en su pecho.

Bastante cerca del corazón.

-¿Segura que es solo sueño? -puse una mano en su hombro.

-Sí, cariño. Aunque si no os importa, me gustaría pasar el día en casa descansando.

-Por supuesto. No hay problema, estaremos bien. -le sonreí- Llámame si necesitas algo.

-Gracias, mi niña. Te quiero mucho, recuérdalo.

Y dicho esto, la anciana salió de la cafetería.

Dejándome con una horrible sensación en el estómago.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄKde žijí příběhy. Začni objevovat