25

785 47 29
                                    

Jessica

Cuando me cansé de dar vueltas por el lugar, decidí ir a la cafetería a tomar algo, ya que mi estómago no hacía mas que dar pequeños rugidos de hambre. Después de varios minutos caminando, llegué a una sala de paredes de cristal, al mirar tras ellas, pude distinguir la cafetería. 

Pero no sólo eso, también distinguí a dos personas a lo lejos conversando tranquilamente en una mesa.

A Sebastian podía verle la cara, en cambio a él no, ya que estaba afortunadamente de espaldas a mí.

Aproveché que estaban tan sumergidos en su conversación que no me habían visto aún, para hacer mi pedido. Un chico de más o menos mi edad se acercó a mí.

-¿Qué desea pedir? -me preguntó luego de darme un descarado repaso de arriba-abajo.

-Emm... -tragué saliva incómoda y miré con nerviosismo a otro lado, viendo a Sebastian abandonar la cafetería con una sonrisa.- Un café cortado. Porfavor.

-Marchando. -me guiñó el ojo, y yo aproveché para marcharme de allí mientras deseaba que otro camarero me trajera el pedido.

Encontré una mesa de dos al lado de un ventanal enorme con vistas preciosas. Me quedé embobada mirando las vistas bastante tiempo. Tanto, que no noté cuando alguien se sentó en la silla frente a mí.

-Hola, amigo. -escuché su voz.

Mis sentidos de alerta se levantaron, y con ellos mi mirada. Charles sonreía inocentemente, aunque todos sabíamos que no realmente, al camarero que estaba parado enfrente de nuestra mesa, a punto de darme mi café.

El camarero, que por cierto, era el mismo que había estado coqueteando antes conmigo, pasó su mirada de Charles a mí, y así repetidas veces. No lo culpo, a mí me sorprendía tanto como a mí la presencia del monegasco.

-Venía a traerle el pedido a la señorita.

-¿Y el número de teléfono que tienes apuntado en un papel en tu bolsillo también? 

El camarero tragó saliva con la cara más roja que la gorra de Ferrari que Charles estaba usando, y simplemente dejó mi café frente a mí y pronunciando un bajo "disfruta tu pedido". Y se marchó.

Giré mi rostro hacia Charles. 

-¿Qu...

-Lo siento muchísimo.

Sus palabras me pillaron de sorpresa, sinceramente. No supe reaccionar, a si que este aprovechó para seguir hablando. Y ya sabía por donde iría la conversación. Y no quería. Simplemente no quería.

-De verdad. Voy enserio. Sé que no éramos nada para que me pusiese así, lo siento. -bajó la mirada- Tal vez, simplemente esos besos no han significado lo mismo para tí que para mí. 

Noté la mirada triste de Charles entristecerse más cuando su vista se detuvo en algo detrás de mi.

-¡Hola, chicos! -exclamó Daniel animado mientras llegaba con nosotros.- Que aburrimiento de preguntas me han hecho. -rió.- En fin, ¿de qué hablabais?

-De nada. -dijo Charles mientras se levantaba de la silla.- Puedes sentarte aquí. Yo ya me iba.

Y dicho esto, el monegasco salió de la cafetería rápidamente, no sin antes dedicarme una mirada triste.

-¿Va todo bien, Jess? -me preguntó Daniel por el raro comportamiento del piloto de Ferrari.

-Claro. -intenté forzar una sonrisa, aunque estaba muriendome por dentro.

-Me alegro. -tomó mi mano sobre la mesa.- ¿Y si nos largamos de aquí y vamos a mi casa a ver unas carreras? He comprado pizzas. -sonrió emocionado.

Y yo a pesar de estar con el corazón en la garganta y roto en miles de pedazos, asentí tratando de formar la mejor sonrisa en mi cara. Pareció funcionar, ya que Daniel no sospechó nada más por el resto de la noche.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄWhere stories live. Discover now