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Era él, pero no estaba solo. Un niño de no más de dos años caminaba felizmente agarrado de su mano mientras sujetaba un helado felizmente con su pequeña manita.

Pero no se trataba de cualquier niño.

Ese mismo niño que iba agarrado de la mano de mi ex pareja era mi hermano pequeño.

Su pelito rubio brillaba a causa del intenso sol que hacía hoy, y su gorra de Ferrari le conjuntaba con el resto de sus prendas.

Ni siquiera sabía si me reconocería, o si tan siquiera querría verme. A saber todo lo que mamá, papá y Mateo les habrían dicho.

Álvaro, que así se llamaba mi hermanito, es gemelo de Atenea, mi otra hermana menor.
Físicamente son exactamente iguales, rubios de ojos verdes, como mamá y papá.

Nunca he entendido del todo bien por qué mi tono de piel más moreno, mi pelo castaño y mis ojos marrones. Al parecer la vida se ha tomado muy en serio lo de hacerme ver el patito feo de mi familia.

Charles al reconocer a la persona que estaba frente a nosotros, giró su rostro para verme preocupado y a la vez confundido.

Yo solo podía mirar a mi hermano pequeño. Él también me miraba. Sabía que él me había reconocido.

Y cuando creía que no reaccionaría, habló y saltó a mis brazos.

Tata! -gritó en español mientras se acomodaba en mi pecho rodeando sus pequeños bracitos aldrededor mío.

-Cuánto has crecido enano. -él sonrió orgulloso.

-Sí. -su mirada se dirigió a mi derecha- ¡Chadles! -exclamó en un intento de pronunciar su nombre.

Mi hermano corrió sobre los brazos de Charles así como lo hizo conmigo, aunque al parecer a su acompañante no le gustó nada, ya que literalmente le quitó a mi hermano de los brazos del monegasco.

-Creo que ya le habéis saludado mucho.

-¿Qué quieres ahora, Mateo? -pregunté ya cansada de su presencia.

-A si que este es el gilipollas de Mateo. -habló Charles esta vez.

-Sí. ¿Y tú eres?

-No lo sé. Dímelo tú que llevas una camiseta de mi escudería. -le guiñó el ojo.

Mateo apretó la mandíbula y sujetó más fuerte a mi hermano menor, causándole una mueca de dolor.

-¡Au! -se quejó mi hermano- Tonto. -le dió un golpe en la cabeza.

Charles ahogó una risa.

-¿Qué haces con mi hermano aquí? Ahora enserio, qué se supone que quieres de mí. ¿No te basta con escribirme un maldito álbum entero?

Cambió su mirada a Álvaro quien aún miraba embobado a Charles, y luego lo bajó al suelo.

-Ve a jugar con el balón. -le dijo, y el pequeño le hizo caso, luego me volvió a mirar.- Jessica, yo lo que quiero es que todo el mundo sepa tu pasado. Y lo débil que eres. ¿Irte de tu propio país solo porque te dejé? Nena, ya se que te tenía loco, pero tam...

No pudo continuar hablando, Charles ya le había metido un puñetazo que le había dejado completamente inconsciente sobre el suelo.

[...]

La música resonaba por toda la discoteca. Las fiestas de después de las carreras siempre eran así, alocadas, intensas pero eso sí, con todo tipo de lujos.
No alquilaban cualquier local.

Lando, como siempre, era el dj de la fiesta. Él se encontraba en lo alto, subido en una especie de escenario. Tocaba frenéticamente todos los botones con algún sentido que yo no entendía. Varias veces ha intentado enseñarme a como ser dj, pero no es algo que me llame mucho la atención. Aunque, cada vez que me lo proponía decía algo así como;

¡Sí, por supuesto! Algún día quedamos y me enseñas.

Claramente eso nunca iba a pasar.

Y sobre la bofetada de Charles a Mateo; Yo me quedé estática cuando analicé la situación y me di cuenta que realmente él había hecho eso.

Al principio creíamos que se había quedado inconsciente, pero no, a los pocos segundos se levantó del suelo con la nariz sangrando del impacto.

Simplemente nos miró enfadado y se marchó. Así de simple.

Y después de eso no volví a verle más. Ni a él ni a mí hermano.

Ahora mismo me encontraba con las chicas sentada en unos sofás, mientras los hombres charlaban a unos metros de nosotras.

Durante estos días, nos habíamos hecho todas muy unidas. Y habíamos formado una especie de grupo, lo cual era algo que me encantaba.
Las más cercanas éramos; Carmen, Leyre, Clara, Isa, Silvia y yo. Aunque también estaban con nosotras algunas de las novias de los pilotos.

-A si que no estás con Daniel. -preguntó Clara- Que pena, se os ve muy bien.

-Somos amigos, eso es todo. -reí sin saber muy bien que decir.

-Pues no es por nada, pero los fanáticos ya han hecho hasta cuentas de vuestro ship. -esta vez fué Leyre la que habló.

-¡Cierto! Sigo a todas. -añadió Isa- Y debo decirte que he visto varias fotos de vosotros dos muy cariñosos. Sobretodo a Daniel -subió y bajó las cejas.

Y como si hubiese sido invocado, el australiano apareció a mi lado y pasó uno de sus brazos sobre mis hombros. Eso sí, bajo la mirada divertida de mis amigas.

Daniel acercó su boca a mi oído para poder hablarme y que yo le escuchara, ya que la música sonaba tan alta que para hablar había casi que gritar.

-¿Te apetece ir a tomar algo? -me preguntó en mi oído, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo de arriba abajo.

No veía problema en decirle que sí. Además, si me quedaba aquí probablemente las chicas seguirían haciéndome preguntas, a si que elijo huir.

-Me parece buena idea.

Dicho esto, el australiano sonrió satisfecho y miró en dirección a Lewis, quién le guiñó un ojo cómplice. Daniel me tomó de la mano y nos alejamos del resto, rumbo hacia la barra, aunque para mí no pasó desapercibido el sentimiento de tener una mirada puesta firmemente sobre mí mientras me alejaba de la mano de Daniel.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora