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El ruido de una puerta abrirse me hizo despertar. Me incorporé sobre la cama y me froté los ojos para poder ver con claridad.

En el instante en el que me senté sobre la cama, un agudo dolor de cabeza se apoderó de mí.

¿Cuánto había bebido anoche?

Miré a mi alrededor, pero me llevé una sorpresa al ver que no estaba en mi habitación, y tampoco en la de Silvia.
Ni el la de ninguna de mis amigas.

Por la puerta se asomó un Daniel con una sonrisa tímida y, una bandeja con el desayuno.

Joder.

Ahora me acordaba de todo.

-No sabía qué te apetecería, a si que he cocinado un poco de todo. -se sentó sobre la cama a mi lado.

Dejó sobre mis piernas la bandeja que contenía; café, cereales, tostadas... entre otras cosas.

-Gracias. -le sonreí con las mejillas rojas, recordando las imágenes que quedaron grabadas de la noche anterior.

El australiano pareció darse cuenta, ya que se atrevió a sacar el tema.

-Oye, Jess. Sobre lo de anoche...

-No te preocupes. -le interrumpí- Estuvo bien.

-¿Sí? -asentí- Oh, menos mal. Creí que a lo mejor te molestaría. Digo, porque ninguno de los dos sabía muy bien lo que decíamos o hacíamos.

Y tenía razón. Siendo del todo sincera, no sé qué hubiese pasado si no hubiésemos bebido. Pero, no voy a negar una cosa;

La noche con Daniel me levantó sentimientos que antes, por lo menos no con esta intensidad, no había tenido por él.

Sí es cierto, que siempre me ha atraído físicamente, pero nada más lejos de lo normal, hay que tener en cuenta que es muy guapo.

Y a pesar del alcohol que habíamos tomado, ayer me trató como a una verdadera princesa. Las caricias, los susurros... Absolutamente todo fué perfecto. Y a diferencia de Mateo, me hizo sentir muy cómoda y segura.

Tal vez...

A lo mejor no fué un error.

Tal vez...

También hubiese pasado aunque no hubiésemos bebido.

-¿Quieres desayunar? -pregunté para cambiar de tema.

-Claro.

Daniel se acercó más a mí hasta que estuvo sentado a mi lado. Pasó un brazo por mi cuello, dejándolo apoyado sobre mis hombros, y empezamos a desayunar.

Estábamos hablando sobre por qué empezó a gustarle la fórmula 1, cuando mi teléfono que estaba sobre la mesilla de noche comenzó a sonar.

Daniel quitó el brazo de encima mío para que yo pudiese coger mi teléfono.

Una vez el móvil en mi mano, volví a sentarme junto a Daniel, apoyando la cabeza en su pecho. Ignorando completamente el hecho de que a él solo le cubría el cuerpo la sábana de la cintura para abajo y a mi una camiseta de pijama suya.

Miré mi teléfono móvil que aún vibraba, y una llamada a nombre de "Charles❤️" ocupó toda la pantalla.

Mi corazón se paró durante un segundo, y giré mi cabeza para comprobar si Daniel había visto de quién se trataba.

Y efectivamente, lo había hecho.

A pesar de que estaba intentando no verse molesto, tenía la mandíbula apretada.

𝐹𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑖'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪  ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ ғɪᴄOnde histórias criam vida. Descubra agora