Capítulo 67: Día de mala suerte

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Charlie estaba nerviosa. No era la primera vez que veía esas enormes puertas de madera, ya que durante el último mes había ido sagradamente todos los sábados. El lugar no era tenebroso y horrible como hacían ver en la televisión los centros de rehabilitación, más bien parecía un hotel pequeño bastante acogedor pero a pesar de eso no podía sentirse cómoda ahí, no cuando su mejor amiga estaba ahí en parte por su culpa.

Habían pasado tres meses desde que habló con Jo y le contó la verdad sobre Maddie. Tres meses desde que había traicionado a su mejor amiga para ayudarla. Tres desde que Maddie le gritara que no le volviera hablar nunca más en su vida. Pero ahí estaba, apunto de entrar a verla y agradecida de que al fin su amiga hubiese entrado en razón y hubiese permitido visitarla.

No fue fácil por supuesto. Charlie dejó pasar una semana después del desastre antes de ir a verla por primera vez y Maddie le gritó una vez más que desapareciera de su vida. Las siguientes veces, ni siquiera se presentó a la sala de visitas y por la cara del enfermero que había ido a buscarla, supo que el mensaje que le había enviado a través de él no era nada bonito pero no dejó que eso la detuviera, la verdadera Maddie la necesitaba y ella estaría ahí cuando volviera. Así que cada sábado se levantaba temprano, salía a hacer ejercicio con Sam que ya estaba recuperado casi por completo y por las tardes se preparaba para ser rechazada por su mejor amiga.

Fueron casi dos largos meses de rechazo hasta que un día, el mismo enfermero de siempre apareció con una sonrisa que no había mostrado antes y le pidió que lo acompañara al patio ya que Maddie se sentía más cómoda en ese lugar.

—¿Eso quiere decir que va a recibirme? —preguntó Charlie, todavía sin poderse creer del todo que eso estuviera pasando.

—Sí.

—¿Eso significa que ya esta mejor?

—Ha tenido muchos avances, vamos por un buen camino pero no puedo decirte más, es información confidencial que solo se puede dar a su tutor legal.

—Y no se me va a tirar encima, ¿verdad? —en parte fue broma pero otra parte de ella no había olvidado el golpe que le había dado Maddie una de las últimas veces que hablaron, ni de los rasguños en la cara de Iván.

—No si puedo evitarlo —el enfermero volvió a sonreír y le guiñó un ojo antes de apuntar a Maddie que estaba sentada en una banca bajo un árbol—. Estaré cerca. No te preocupes.

Ese día fue terriblemente incomodo, ninguna de las dos habló demasiado, habían pasado demasiadas cosas y ninguna sabía cómo iniciar una conversación, a pesar que desde el primer día que se conocieron las palabras fluían como agua entre ellas. Charlie se dedicó a observarla con atención, realmente se veía mejor que ese primer día en que fue a visitarla, aunque su mirada seguía estando un poco pérdida y las bolsas bajo los ojos eran enormes, lograba divisar algo de la vieja Maddie y eso le dio esperanzas. Solo se quedó media hora pero el segundo sábado fueron cuarenta y cinco minutos y el tercero una hora completa, de a poco se fueron sintiendo un poco más cómodas y hablando de cualquier cosa menos de lo importante y eso estaba bien, ya tendrían tiempo para tratar temas más importantes.

Ese día, ya en su cuarta visita, tenía esperanza de que iría mucho mejor pero no esperaba que al entrar, Maddie se acercara a ella, la rodeara con sus brazos y le diera un abrazo tan fuerte que hasta la dejó sin aire por un momento. Se quedo quieta por un segundo pero luego obligó a su cuerpo a relajarse ya que no corría peligro y le devolvió el abrazo. Cuando se apartaron notó que su amiga tenía las mejillas llenas de lágrimas caídas y miró hacia el suelo avergonzada mientras se las secaba.

—Lo siento, no debí haberme abalanzado sobre ti de esa forma. Sé que te incomoda el contacto físico.

—Ven aquí, Madonna.

Love Happens (LIH #2)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz