Capítulo 6: Roto

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Por la mañana, Nick odió con todas sus fuerzas a su amigo por haber llegado con esa botella de whisky el día anterior. No solía beber tragos fuertes y mucho menos la mitad de una botella por lo que la resaca con la que despertó lo obligó a levantarse de golpe y correr al baño a devolver todo lo que había en su estómago.

Cuando por fin de dio cuenta de que no quedaba nada más por botar, se levantó del suelo y fue tambaleando hasta la cocina para buscar algo que lo ayudara. Al pasar por la habitación de Adán y ver la puerta abierta, supo que Tyler había pasado la noche ahí, se alegró porque su amigo no estaba en condiciones de conducir. Se asomó para ver si todavía respiraba y no pudo evitar sonreír al verlo dormir con todas las mantas desordenadas y abrazando a una almohada como si fuera una persona. Habían cosas que nunca cambiaban y desde que lo conocía, dormía de esa forma.

Encendió la cafetera y se puso a buscar en la caja de medicamentos que tenía algún analgésico o algún antiemético que le quitara las horribles náuseas que sentía pero no había nada, con suerte un jarabe para niños que quedó de una vez que Cielo estaba resfriada. Se dijo a si mismo que debía reponer esa caja por si en el futuro volvía a necesitarlo y mientras esperaba el café, fue a darse una ducha rápida.

Estaba un poco atrasado pero de igual modo, se demoró bastante en la ducha. Intentaba reaccionar pero no le resultaba del todo, le había pegado muy fuerte la borrachera y no sabía cómo sobreviviría el resto del día. De solo pensar en todo lo que tendría que leer, le entraban nuevas ganas de vomitar aunque ya no le quedara nada en el estómago.

Condujo con precaución y maldecía a cada persona que hacía sonar la bocina de su auto hasta que por fin llegó al estacionamiento de su trabajo. Iba con quince minutos de retraso pero no estaba el auto de su jefe todavía por lo que eso no traía ningún problema para él, excepto que tenían que marcar una tarjeta con su horario de llegada y eso lo dejaría en evidencia.

—¿Estás bien? —preguntó su secretaria, Amanda cuando lo vio llegar. Lo examinó atentamente, su piel que siempre había sido más o menos bronceada estaba demasiado pálida y parecía que de un momento a otro se desmayaría. No pudo esconder una sonrisa—. ¿Tienes resaca?

—No me lo recuerdes.

—Creí que nunca llegaría el día en que te viera llegar así, ¿quieres un analgésico?

—Por favor.

La chica comenzó a hurguetear en su gran bolso hasta que dio con un pequeño bolso lleno de pastillas. Nick se sorprendió un poco pero no dijo nada. Le tendió el analgésico y él la miró con toda la gratitud que podía expresar.

—Eres la mejor, ¿lo sabías? —le dio también un vaso de agua y no tardó en tomarse el medicamento, luego recordó lo de su atraso—. Será mejor que vaya a marcar la tarjeta antes de que sea más tarde.

—No es necesario, ya lo he hecho yo.

Le mostró una copia de su tarjeta y volvió a sonreír, Nick se acercó a ella sin pensarlo. A esas alturas ya se tenían demasiada confianza.

—¡Mandy, Mandy, Mandy! —repetía mientras se acercaba a ella y depositaba un sonoro beso en la mejilla de la mujer—. Recuérdame una vez más, ¿por qué no me he casado contigo aún?

—Bueno, partamos por el hecho de que a pesar de lo guapo que eres, no eres para nada mi tipo y continuemos por que a Lizzie no le gustaría para nada que la dejara por un hombre.

Nick soltó una carcajada, adoraba a esa chica. Había conocido a Amanda O'Connell casi cinco años antes cuando entró a trabajar a esa empresa, la chica también era nueva como secretaria y por ese entonces solo tenía veintiún años pero a pesar de los tres años de diferencia que se llevaban, formaron una amistad bastante solida. La pecosa chica pelirroja, descendiente de Irlanda llevaba toda una vida con su novia, Elizabeth Baker; cuando Nick la conoció ya llevaban varios años juntas y a pesar de que se separaron en varias ocasiones, en el presente tenían una relación bastante solida.

Love Happens (LIH #2)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu