Perfecta, es la palabra con la que todos describen a la coronel alemana más conocida del mundo, bueno frente a todos no está lejos de serlo.
Es valiente, inteligente y cuidadosa... Pero una misión desatará lo verdaderamente importante de ella, ¿Com...
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-¿Qué desea de nosotros?-Ruedo los ojos.
-De ti nada, de tu esposo. Tenemos temas pendientes.-Hablo mirando al hombre encadenado en mi sótano.
Dentro solo estamos Monique, Rea, Iván y yo junto al hombre encadenado y su esposa, Monique sale de la habitación y vuelve con dos de mis hombres, traen armas y unos bates negros, no ocultan su satisfacción por saber que van a dañar a alguien y sonrío de lado al sentir la misma sensación.
Tal vez soy una maldita hija de puta por disfrutar de esa sensación pero me crié entre esta vida, no lo hago por placer pero tampoco me siento mal al hacerlo ya he aprendido a vivir con ello, he manchado mis manos de sangre tantas veces que ya no me afecta. Al menos no igual que la primera vez que lo hice.
-¿Qué pasó con mis hijos?-Pregunta la mujer entre llanto y suspiro dando la vuelta a mi arma.
No ha dejado de llorar en el tiempo que tenemos aquí, ya me dio dolor de cabeza.
-Muertos.-Sus gritos me hacen arrugar el rostro.-Están bien, Dios cállate un segundo o te saco la lengua.-Amenazo levantando el cuchillo en la mesa.
-¿Dónde los tiene? Por favor no les haga daño, son solo unos niños...
-¡Que cierres la puta boca, maldita perra!-Acerco el cuchillo a su cuello y se calla.-Tus bastardos me valen demasiado poco, cállate o lo que vas a ver van a ser solo sus cabezas en una bolsa negra.
Miento, nunca tocaría a un niño pero eso ella no lo tiene que saber. Solloza levemente y ladeo mi cabeza, no mato mujeres a no ser realmente necesario o a no ser que de verdad le odie.
-¿Sabes para quien trabaja tu marido?
-Es... Él es piloto personal.-Dejo salir una carcajada fingida y miro al tipo.
-¿Eso le dijiste? Creí que los mafiosos eran más inteligentes, por eso nos tachan a todos de idiotas.-Gruño llevando mi cuchillo al rostro del hombre.
El muy marica no ha dicho ni una palabra, se mantiene en silencio sin mirarme a la cara. Más estrés me genera su incompetencia, está muerto del miedo y eso me hace sonreír.
-Respóndeme o los voy a matar a los tres frente a ti, ¿eso quieres?
-Eres una maldita zorra.-Llevo mi cuchillo a su entrepierna y lo clavo sin titubear.
El grito de la mujer es más fuerte que el de este bastardo, me remueve por el dolor y sonrío de forma sádica. Miro a Iván y le hago una seña para que salga, no me gusta la idea de que me vea hacer esto.
No sé inmuta y señalo la puerta, no se mueve y me acerco a él.
-Salte de aquí.
-No me voy a mover.-Le miro mal.
-Luego no te quejes.-Vuelvo a mi lugar inicial al lado del tipo.
Saco el cuchillo y la sangre sale haciéndome hacer una mueca, que puto asco.
