capítulo 63

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—¿Está triste, mami?—Me volteo en dirección a Athena y niego

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—¿Está triste, mami?—Me volteo en dirección a Athena y niego.

—Solo está algo tímido, corazón. —Iker está sentado en un sofá pequeño mirando algo en una revista del hospital.

Ya está mejor y algo más confiado de nosotros pero igual es muy silencioso y calmado.

—Mami, ¿y mi fiesta?

—La podemos hacer en dos días, para que las personas puedan tener tiempo de prepararse.—Asiente volviendo a jugar con sus muñecas.

Vuelvo a concentrarme en los  duraznos y cerezas en mi tazón, Iván salió hace un rato a la central por lo que me quedé sola con ambos niños. Athena se baja y corre en dirección a Iker, estoy por hablarle cuando saca algo de su mochila.

—Mira, son mis carritos. Me los dio mi tito, ¿quieres jugar?—Asiente y ella se sienta a su lado.

Juegan un gran rato en el que me concentro en mi comida, los duraznos y cerezas se han vuelto mi cosa favorita en el jodido mundo y sumando el chocolate son la perfección.

Cuando se me acaban tomo mi móvil y le Marco a Iván.

¿Pasa algo?

—Si, se me acabaron mis cerezas y duraznos, ¿me traes más?

—Ya voy llegando, cuando vamos para la casa compramos.—La idea no me gusta pero no digo nada.

—Okay.—Cuelgo y me siento al lado de los niños en el sofá.

Se bajaron a jugar al suelo por lo que dejaron el sofá libre, se levantan a jugar con los carritos en el borde de la ventana, les estoy vigilando mientras jugueteo con el cojín.

—¿Quién es esa chica que habla con Iván?—Pregunta Athena con el ceño fruncido.

Me levanto a mirar y frunzo mi ceño al verle hablando con una mujer rubia, no le conozco pero parecen comodos hablando.

—No lo sé, sigue jugando.—Frunce más su ceño cuando una niña saluda al ruso.

—¿Y esa niña?—Evito sonreír al verle celosa.

—No lo sé, tal vez sea alguien que quiere.

—¿Y por eso la carga? Que la baje, no tiene por que cargarla.—Iker mira a Athena curioso.—No la tiene que cargar, ¿verdad, Iker?

—Tal vez sea su hija.—Dice inocente y Athena le mira furiosa.

—No tiene hijos, solo mi hermanito y a mi.—Evito chillar por la emoción.

Iker se encoge de hombros volviendo a ver el carrito en sus manos, no sabe lo molesta que la puso con ese comentario inocente. Athena tiene las mejillas rojas mientras vuelve su vista al carrito en sus manos.

El ruso abre la puerta al poco rato y deja una bolsa en el sofá, se acerca a la niña quien lo mira con el entrecejo fruncido.

—¿Qué sucede, princesa?—La carga pero ella no le abraza.

KILLER TIES.Where stories live. Discover now