Perfecta, es la palabra con la que todos describen a la coronel alemana más conocida del mundo, bueno frente a todos no está lejos de serlo.
Es valiente, inteligente y cuidadosa... Pero una misión desatará lo verdaderamente importante de ella, ¿Com...
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—¿Qué?—Gruño aperezada.
Son la una de la mañana y este idiota está parado en mi puerta mientras me mantengo cubierta con mi manta.
—Lamento esto pero tenemos a su hermano en las carreras.—Le miro interesada.
—Mi pa... Massimo, ¿está con él?—Asiente y le miro.—Baja y prepara las motos, despierta a los demás.—Cierro la puerta y me acerco a Iván.
—Iván debemos salir.—Se levanta y me mira confundido.
—¿Qué?
—Que debemos salir, tenemos a Massimo.—Se levanta y le señaló la puerta.—Ve a cambiarte nos vemos abajo.
Por más que mi orgullo me lo impida tengo que marcarle a Magnus.
—¿Diga?
—Tenemos a Massimo, necesito oficiales así no piensas que trabajo con el también. Te mando la dirección.—Cuelgo sin más y le mando la dirección.
Cuando estoy lista bajo rápido, aún faltan Samuel y Jazmín por bajar pero no les espero dentro. Salgo a revisar las motocicletas, en especial la mía, es la que va a correr y debe de estar perfecta.
—Trae los hombres del italiano, quiero restregarselos en la cara a Massimo.
—Como lo ordene, ¿algo más?
—Si, advierteles que si Massimo se escapa voy a dejar a todos sin piernas.—Asiente saliendo de mi vista.
Los demás llegan minutos después y les señalo las motocicletas, les indicó cuál es de cada uno y subo a la mía.
—Si Massimo logra escapar ustedes también se van a quedar sin piernas.—Les advierto.—Andando.
Cuando llegamos a la pista donde está la carrera pasamos la entrada sin problema alguno, al entrar me topo con motos y autos de todo tipo. La carrera es mixta pero nos dirigimos a la zona de motos.
Magnus, Omar y Gael ya están ahí y me acerco a mi tío,
—Voy a correr, esperen en la meta.—Le informo sin bajar de la moto asiente.
Me bajo dejando el casco sobre la moto y una chica rubia se me acerca.
—Miren nada más, Mortal.
—La misma que viste y calza.—Comento saludandole.
—¿Qué te trae por aquí?
—Dos hombres, nuevos, ambos de apellido D'Angelo.
—No se nada de eso.—Isaac me pasa la bolsa con dinero y se la tiro a los pies.—Comenzamos a entendernos.
—Habla.
—Bien, llegaron hace dos horas, han ganado dos carreras.
—Quiero competir contra uno de ellos.
—Has lo que quieras pero no me metas en problemas.