Capítulo 7 "Guerra declarada"

217 13 0
                                    

Hinata nunca había dormido sobre sábanas de satén. En realidad, no quería dormir, pero cuando las criadas la dejaron sola en la inmensa habitación de terciopelo rosado, se sintió absurda acurrucada en la silla dorada. Reticente, se acostó en la cama y pensó que cuando la muchacha de la lavandería regresara con el vestido, se levantaría y buscaría a Uzumaki. Al despertar, sabiendo que, por supuesto, había dormido muchas horas, se sintió más incómoda aun en ese ambiente desconocido 'incluso con el contacto sensual de las sábanas de satén. Algo estaba mal. La luz que se filtraba entre las cortinas rosadas le indicaba que ya estaba bien avanzado el día siguiente. La criada no había regresado con el vestido. ¿O habría dejado la prenda sobre una silla?

Hinata se sentó y se envolvió en la bata de Karin, que su propio cuerpo desbordaba. Vio que quedaba entreabierta en el pecho. Por el momento, olvidó el recato, se levantó y observó la habitación, aunque no encontró el vestido por ningún lado. Inquieta, estaba a punto de revisar la habitación contigua cuando se abrió la puerta de los aposentos. Estaba segura de que sería la doncella de la lavandería.

No obstante, quien entró como si fuese el salón de un club de hombres fue el irlandés.

Escandalizada, Hinata tomó los bordes de la bata intentando cerrarla, lo que fue en vano: la bata rosada de Karin le quedaba estrecha. Retrocedió, sin saber dónde ocultarse. Antes de que pudiese dar dos pasos, el hombre entró en la habitación y cerró la puerta.

-¿Cómo se atreve a venir, si aún no estoy vestida? -Exclamó, mientras el hombre apoyaba el bastón junto a la chimenea y se sentaba en un sofá de terciopelo.

-Pronto le traerán la ropa. -Le echó una mirada, regodeándose en la semidesnudez de Hinata y luego, a desgana, apartó la vista. Dijo en tono sereno-: Creí que después de un buen descanso estaría de mejor humor. Veo que me equivoqué.

-¿Qué hora es? -Preguntó, lanzándole una mirada desesperada. Mala señal: el irlandés estaba vestido para la cena.

-Son casi las cinco de la tarde.

-¡Por Dios! -Se mordió el labio inferior. Estaba arruinada. Había dormido en casa de este sujeto, y su reputación se había ido por las alcantarillas.

Naruto la contempló. Contra su voluntad, la mirada se detuvo en la abertura de la bata que Hinata cubría con los brazos cruzados.

-Hinata, nadie sabe que está aquí. Me aseguré de que así fuese. -Apartó la mirada, como si la joven fuera una tentación que intentaba resistir por todos los medios -. Enviarán un vestido... más apropiado que el que llevaba cuando llegó aquí. Cuando lo traigan, usted podrá regresar a Washington Square. Arreglé la... situación para que pueda volver sin dificultades.

-¿Qué quiere decir "sin dificultades"? -Hinata estaba desorientada. ¿Acaso los planes para la boda ya eran cosa del pasado?

-Lo que quiero decir, es que está libre de su tío. Ese individuo ya no... -Naruto buscaba la palabra adecuada- ... ya no la molestará más. Aceptó dejarla en paz.

-Entonces, ¿le pagó? -Lo acusó con voz temblorosa-. ¿Le pagó por mí? ¿Todavía está convencido de que esta boda se llevará a cabo?

-Se realizará. -Naruto vio que por las mejillas pálidas de Hinata corrían las lágrimas.

-¿Y mi tío aceptó las condiciones?

Naruhina: Amor y Castigo Where stories live. Discover now