Capítulo 21 "Sitio"

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Á Nbúirnín dílis geal mo chroí
Pues en mi imaginación caldeada,
Aún apareces bajo la marea lunar,
Y el dormir te devuelve tu forma de ángel,
Para atraparte en el sueño de la medianoche

Antigua poesía irlandesa

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Hinata volvió de Brooklyn con el tiempo justo de cambiarse para ir a Delmonico. La señora Mei le había pedido que fuera porque el duque de Sharingan por fin había llegado a Nueva York y esa noche haría su primera aparición. Hinata no tenía ningún deseo de ir. Hubiese preferido tomar un té con tostadas en su propia habitación y acostarse temprano, lo que resultaba imposible. Esa noche, todos estarían en Delmonico. Era una oportunidad muy importante y Karin no podía perdérsela.

Fortalecida por la visita a Hanabi, Hinata se vistió con rapidez y esperó a los demás en la sala. Se armó de valor para el primer reencuentro con Naruto, pero la tomó desprevenida la punzada dolorosa que le asaeteó el corazón cuando su esposo entró en la habitación. Se dirigieron un mutuo gesto de saludo; si Hinata no tuviese una reserva de lucidez, se habría ruborizado al recordar la última escena. No se ruborizó. Volvía a ser la princesa de hielo que ocultaba un corazón vulnerable y aterrado.

-Karin bajará enseguida. -Naruto se acercó al fuego; las llamas arrancaron destellos de la cabeza dorada del león. Dijo sin cambiar el tono-: ¿Disfrutaste del paseo?

Inquieta por la pregunta y por el hecho de que conociera todas sus idas y venidas, Hinata apartó la mirada y contempló las llamas.

-Sí. -Fue toda su respuesta.

-¿Cuándo volverás a salir?

Los ojos de Hinata echaron chispas de furia.

-Tú conoces mejor que yo mis entradas y salidas; ¿por qué no me lo dices?

La única respuesta fue un pesado silencio. Hinata aspiró una bocanada de aire y dijo:

-¿Acaso ordenaste a los criados que me espiaran? ¿Así supiste adónde fui hoy? ¿Se trata de Whittaker?

-Sólo me concierne a mí saber qué me... -Trató de serenarse- ... lo que sucede en mi propia casa.

-Claro, por supuesto. Muy bien, ya lo sabes. Hoy fui a Brooklyn. -Se volvió y lo enfrentó, recordando la nota de Amaru -. Al parecer, yo no fui la única en salir de la ciudad, ¿no es cierto? Sé que esta mañana te levantaste temprano.

-¿Cómo lo sabes? -Fijó la mirada en su esposa. A Hinata se le hizo un nudo en la garganta al recordar la esperanza que había sentido al levantarse y la crueldad con que esa esperanza fue aplastada por aquella carta.

-Quizá yo también tenga mis espías en esta casa.

Fue evidente que Naruto no le creía.

-Me echaste de menos en el desayuno. ¿De eso se trata? No tuve tiempo para desayunar.

"Al menos, no en esta casa", pensó Hinata.

-¿Esta mañana me buscaste? -La voz de Naruto fue más suave de lo que Hinata jamás había oído. Mas ni ese tono conciliador alivió la vergüenza de la joven. De todas las humillaciones que podía concebir, la peor era tener que compartir al esposo con otra mujer.

-Ya aprendí que nunca debo de buscarte. -Afectando un aire frío, Hinata apartó la mirada.

-Está bien. -Fue el helado comentario.

Entre los dos no hubo más conversación hasta que partieron en el coche.

Como de costumbre, Karin desbordaba de excitación por las actividades de la noche. Estaba tan entusiasmada, que tanto Naruto como Hinata la dejaron parlotear en procura de un falso alivio para la atmósfera oprímete que reinaba entre los dos. Sin embargo, al fin Karin pareció notar la hostilidad de los esposos y guardó silencio sin que se lo pidiesen.

Naruhina: Amor y Castigo Where stories live. Discover now