Capítulo 30 "Pacto"

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La separación es lo único que conocemos del Cielo
Y todo lo que necesitamos conocer del infierno

Emily Dickinson

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Hinata tuvo su período menstrual el día anterior a la fiesta de los Astor. Natsu no entendía por qué la señorita se echó a llorar cuando le pidió que le llevara los paños higiénicos, aunque sí comprendía que pasaba algo malo. La doncella había sufrido una experiencia similar, pues Tokuma y ella habían rogado que llegara un niño desde el primer día de casados. Sin saber qué hacer, Natsu aceptó el pedido de la señora y se dirigió hacia la lavandería.

Hinata se secó las lágrimas y trató de recomponerse. Tenía infinidad de cosas que hacer para la fiesta del día siguiente: se recordó la promesa de no llorar. Se negaba a hundirse en la tristeza. En los últimos días, casi no había visto a Naruto. No hubo ninguna confesión de amor por parte de su esposo, y se había esfumado la posibilidad de un hijo: la última esperanza de mantenerlos unidos.

Volvió a templar el corazón; se encaminó al vestidor y revisó el traje de baile. Entre todas las creaciones que podría haberle pedido a la modista eligió la más provocativa. Se vestiría de Maeve, la legendaria reina del Connacht(Irlanda). Era un vestido de satén verde con tréboles bordados en el ruedo, que se completaba con una corona de esmeraldas. Ella la ayudó a diseñarlo. Karin se disfrazaría de la reina de los piratas, Grace O'Malley. El traje de la muchacha era de terciopelo verde esmeralda y llevaría una espada.

Natsu volvió y la ayudó a arreglarse. Terminada la toilette, la doncella informó a la señora que Menma la esperaba en el patio de las palmeras pues quería hablarle. Hinata corrió escaleras abajo preguntándose qué problema habría, sin embargo al ver a Tanahi comprendió que se trataba de buenas nuevas. Tanahi llevaba un lujoso vestido de viaje de brocado gris, que no condecía con el magro salario de una criada. En el dedo llevaba una sortija nupcial de diamantes.

Hinata no necesitó explicaciones.

-¿Cuándo fue? -Preguntó con una ancha sonrisa.

Menma rió entre dientes. Estaba más pálido que de costumbre.

-Esta mañana. -Respondió-. Antes de marcharnos a la luna de miel, quisimos pasar a darles la noticia. Nos vamos a Irlanda a informarle a la madre de Tanahi.

"Está aterrado -Pensó Hinata, mientras lo besaba-. Aunque se lo ve más feliz que nunca. Al parecer, a veces existe la justicia en este mundo."

-¡Maravilloso! ¡Maravilloso! -Hinata besó a Tanahi y le estrechó la mano-. Tu madre adorará a Shivhan. Debes de estar impaciente por mostrársela. -Sonrió a la niñita que estaba en brazos de la madre. Shivhan tenía un vestidito de fino algodón rosado: parecía una pequeña princesa consentida.

-Hinata, gracias por tu apoyo. Tus visitas al cuarto de los criados fueron muy importantes para mí. Menma tenía razón en lo que decía de ti. -En un impulso, Tanahi la abrazó.

Hinata rió.

-¡Bah!, ¿qué son un par de visitas? Lo que pasa es que estaba envidiosa de tu niñita. Ojalá tenga una criatura tan dulce y hermosa como Shivhan.

Al escucharla, Menma se puso serio.

Hinata lo miró, con el dolor reflejado en los ojos. "Menma sabe", pensó.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no llorar.

Menma besó a la esposa y le pidió que lo aguardase en la biblioteca. Tanahi y Hinata se despidieron, y ésta quedó a solas con Menma.

Naruhina: Amor y Castigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora